miércoles, 13 de agosto de 2025

Tour de Suiza - Dia 4 - Furka, Nufenen y San Gotardo

La etapa reina con el tío del mazo de compañía.

Y llegó la etapa reina, esa que hace 10 años no pude hacer por tormentas y por enfermedad, esa etapa que durante mucho tiempo pensé que no podría hacer o volver. Y lo conseguí.

La etapa no defraudó en absoluto, ya que pasó absolutamente de todo, empezando por dormir regular y desayunar mas bien poco, a pesar de intentar comer bien en el desayuno, pero no había manera, tenía cerrado el estómago.

Mi carita antes de la etapa, lo decía todo.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Foto de grupo con el maillot oficial del viaje. Yo el segundo por la derecha.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

La etapa del día era con salida y llegada en Andermatt, por lo que no había que hacer la maleta por la mañana y bajarla a la furgoneta, y eso es un alivio. El recorrido es probablemente uno de los recorridos ciclistas más famosos y realizados por ciclistas del mundo: Furka, Nufenen y San Gotardo; y además, lucía un sol esplendido por lo que el día prometía y otro día más salvado. 

La etapa reina

Para empezar, unos kilómetros de llano para llegar a Hospental, donde te encuentras al llegar una rotonda. Si en dicha rotonda, vas recto tiras para el San Gotardo (por donde bajaríamos) y si giras a la derecha, entonces comienza la fiesta con el Furka.

Evidentemente, giro a la derecha y otros 6-7 kilómetros de llano hasta el pueblo de Realp donde comienza la verdadera subida del Furka. 

En los primeros compases del puerto, íbamos todos juntos, de nuevo yo comandando el grupo, pero simplemente para marcar mi ritmo, pero al poco de comenzar, en un restaurante, había una foto inmensa de Sean Connery cuando era James Bond, asi que parada obligatoria para hacerse la foto y extrañamente, el único de todo el grupo que paró. 

Gente con clase y luego está James Bond.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Vuelvo a arrancar, con mis compañeros al fondo, y al poco, otro sitio dedicado a James Bond, el lugar exacto donde se produce una escena de Goldfinger. Donde exactamente Sean Connery estuvo alli y había un letrero junto con una placa que lo atestiguaba. Y ahí, si que había gente parada, unos cuantos para hacerse la foto. 

Curva James Bond en el Furkapass.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Placa que certifica el sitio y el lugar de la pelicula

De nuevo, vuelvo a arrancar para ahora sí, de un tirón hasta el final. Asi que mientras poco a poco iba haciendo camino, de repente un tipo a 4 kms de la cima, se me puso al lado y comenzó a charlar conmigo, como si me conociera de toda la vida. 

El tipo en cuestión era un suizo que se llamaba Danilo y al ver mi ropa, me pregunto si era “españolo”. Asi que, con esta introducción, durante casi los 4 kms restantes, fuimos charlando en italiano, ingles y español. Esto es lo maravilloso de este deporte, conoces gente (como ocurrió hace unas semanas en Pirineos con Jon) y a charlar. Resulta que este tipo, estaba en Andermatt con unos amigos en casa de uno de ellos e iban a hacer la misma vuelta que nosotros, algo que solían hacer 5 o 6 veces al año, ventajas de ser suizo. Ademas, el tipo era cocinero, que vivía por la zona del Ticino, y que se consideraba más italiano que suizo. Un encanto de tipo, con el que arriba del Furka, nos hicimos una foto para el recuerdo. 

Foto con nuestro nuevo amigo suizo-italiano Danilo.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

La foto de rigor en el puerto en cuestión

Asi que, a lo tonto, otro puerto más conquistado, el primero del día de la etapa reina. Una vez hecha las fotos de rigor, tocaba abrigarse bien, porque, aunque abajo hacía un sol estupendo, de nuevo arriba, volvían las nubes y el frío, que iba a ser la tónica durante toda la semana. 

Ahora tocaba bajar hasta el pueblo de Ulrichen, donde comienza el verdadero coco del día, el puerto de Nufenen, pero antes habría que parar en el famoso Hotel Belvedere, con su característica curva de 180 grados. 

Probablemente uno de los hoteles abandonados, mas famosos del mundo.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Ahí, además, hicimos el primer avituallamiento del día y es un sitio que estaba atestado de gente de todos los colores y todos los tamaños haciéndose fotos, pero realmente lo que había y mucho, eran coches deportivos (Porche, Lamborghini, Ferrari), los cuales, algunos se dedican en estos puertos a ir a todo trapo, quemando rueda y, en definitiva, haciendo el gilipollas. Todo esto, según nos contó el organizador, por que hay empresas que alquilan estos coches a 2.500 euros la hora, donde vas con un piloto profesional y con otro coche delante filmándote. Supongo que no es algo al alcance de cualquier bolsillo.

Después de unos minutos ahí, tocaba seguir el descenso, pero pasando por el desvío al puerto del Grimselpass (que subiríamos al día siguiente por la otra vertiente), y este tramo, aunque corto, desde abajo impresiona, dado que tiene una sucesión muy rápida de curvas de herradura. Pero esto no tocaba hoy, asi que seguí hasta abajo, hasta Ulrichen, lugar donde de nuevo, volví a llegar solo.

Por tanto, sin esperar a nadie, comencé el puerto de Nufenen que con una longitud de casi 20 kms, me iba a llevar un rato largo. Este puerto, no es un paseo, tiene sus rampas duras, pero a diferencia de los que había subido los dias anteriores, este puerto no tiene descansos destacables, pero sin embargo es muy mantenido en su dureza constante del 8-9% todo el rato, y esto hace que sea un monstruo de puerto. 

Subiendo y sufriendo en las rampas del Nufenen.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Además, con la ventaja que había cogido al grupo, los primeros 3 compañeros me cogieron a falta de apenas 2 kms para la cima, con lo que había aguantado el tipo bastante bien en la subida, que no se por qué, pero es una subida que me recordaba muchísimo al Puerto de Estacas de Trueba que conocí hace unos años cuando hice la marcha cicloturista La Cantabrona.

Una vez arriba del puerto y mirando hacia abajo, porque desde arriba se ve prácticamente casi toda la subida, uno se da cuenta del tremendo esfuerzo que habíamos realizado para subirlo, sin duda alguna, hasta ese momento, el puerto que más me había costado sin lugar a duda y pasando además un frío terrible en los últimos 2 kilómetros, donde la temperatura de nuevo se desplomo hasta los 2-3 grados centígrados, que, junto con el viento, la sensación térmica era mucho más baja. 

Y para anécdota, otra cosa de suizos, por la vertiente que lo subimos hay un cartel con “Nufenenpass” pero por el otro lado, es el “Passo della Novena” en italiano, supongo que cosas de idiomas entre cantones, y por supuesto, foto en ambos carteles. 

Por el lado suizo Nufenenpass

Por el lado italo-suizo Passo della Novena. Cosas de suizos

Después de abrigarse bien y comer bastante arriba en el avituallamiento con algún compañero incluso metido en la furgoneta del frio que hacía, tocaba bajar por el lado “italiano” de este puerto, y las cosas hay que decirlas como son: vaya mierda de carretera los primeros 12 kilómetros de este lado. 

Indigna de los puertos suizos que había visto hasta ahora, con multitud de remaches en la carretera, juntas de dilatación de lado a lado cada 10-15 metros que hacía botar la bici al pasar por encima, baches sin arreglar y otros muy mal arreglados, por tanto, la bajada, la hicimos todos lentísima estos primeros kilómetros, aunque luego ya casi abajo, los restantes 10-11 kilómetros que quedaban de bajada, volvió de nuevo el buen asfalto y hasta la localidad de Airolo, volvimos a coger velocidad, pero tocaba esperarnos todos abajo, debido que en este pueblo, había un par de cruces que si te equivocabas no cogíamos la subida buena del último puerto del día: San Gotardo.

Este puerto, tiene la particularidad que por esta vertiente hay un tramo que se llama la Vía Tremola, donde sus últimos 10 kilómetros están totalmente empedrados, es decir, como si fuera un tramo de la Paris-Roubaix pero hacia arriba. Y esto había que subirlo. 

Y así 10 kilómetros, masajeando la espalda.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

A los 500 metros de comenzar el puerto, de nuevo parada para quitarse de encima toda la ropa de abrigo que llevábamos en la bajada, y mentalmente sabía que era subir y listo, etapa finalizada, pero ahora comenzaba lo más “divertido” del día.

En esa parada, le dije a Daniel Alvarez, el organizador del viaje y a Rubén Fueyo, el fotógrafo del viaje, que iba muy tocado, que nadie me esperara y ya iría subiendo a mi ritmo, ya que me temía lo peor: el tío del mazo. 

Dicho y hecho, desde abajo mismo del puerto, es decir, cuando faltaban los 13 kms iba con el tío del mazo a la espalda, simplemente no iba y por más que comía y tomaba geles, no había nada que hacer. Por tanto, cabeza fría y a sufrir.

Ya hace más de 10 años no pude venir por diferentes circunstancias, asi que este puerto no se iba a dejar conquistar asi como quien no quiere la cosa. 

Los primeros 3 kms, los que tiene asfalto, mas o menos los llevé bien, pero cuando comenzaron los 10 kms de piedras, empezó el espectáculo.

Ya había subido algún puerto con tramos de adoquín, concretamente el año anterior en Eslovenia, en el puerto de Vrsic que tenía todas sus curvas de herradura exactamente igual que aquí, aunque allí había truco, el vierteaguas que había en ambos lados, se podía mas o menos transitar por él, pero aquí, de vierteaguas nada de nada, tocaba comerse las piedras enteritas una detrás de otra. 

Eso sí, la subida solo tiene una palabra para definirlo: espectacular, tanto por las vistas como la trazada, y, por tanto, decidí tomármelo con filosofía: venía a “disfrutarlo”, me daría tiempo a ver el puerto bien y sacar alguna que otra foto en marcha. 

Curva a curva, voy subiendo con el tio del mazo a la espalda.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Ya casi arriba, cuando apenas faltaba 1 kilómetro para la cima, me encontré a Rubén esperándome en una curva para sacarme unas cuantas fotos muy chulas, incluso me paré para hacer un par de ellas muy buenas. 

Posando a escaso 1 kilómetro de la cima, la foto era la excusa para un descanso.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Después, un poco más de sufrimiento y ya estaba arriba del puerto, donde en buena lógica los compañeros se habían ido hace unos minutos para no pasar frío, igual que hice yo un par de dias antes, asi que nada que reprochar. 

Foto de rigor en el puerto, otro más para la colección

Pero como iba tan mal, estaba literalmente hambriento, asi que cuando me abrigué bien, arriba en la cima, había un puesto de salchichas, que me atendió un tipo que era colombiano, abrigado hasta las orejas, cocinando y cantando salsa en español que estaba escuchando a todo volumen. Todo era muy pintoresco y cuando le hablé en nuestro idioma, se puso muy contento, hablamos un par de minutos y me dio una salchicha bien grande con un trozo enorme de pan, que alli mismo, a los pies del letrero del puerto, simplemente devoré y me supo a gloria, aunque a nuestro amigo Rubén, el fotógrafo, que es vegano, no le hiciera mucha gracia ;-).

El mejor avituallamiento en un puerto. Me supo a gloria

Luego ya solo tocaba bajar y listo, llegaba a Andermatt, es más, durante los casi 10 kms de descenso del San Gotardo, no di ni una sola pedalada y llegué con la inercia hasta la misma entrada del pueblo, donde solo me quedaba kilómetro y poco de calle empedrada con ligera subida, que se me hizo eterna. Pero etapa completada.

Poco después me dio tiempo a darme un paseo para despejarme un poco y a esperar la cena, para después de la misma, otro paseo más largo con algunos compañeros con algunas risas.

Además, ya había pasado el ecuador de la semana, apenas quedaban 2 etapas y ya se vislumbra el final, por que ya echaba mucho de menos a mi mujer y mis niños. Mañana más. 

Datos del Strava

Mapa del recorrido del día

Tour de Suiza - Dia 3 - Lukmanierpass y Oberalppass

Seguimos quemando etapas.

En la tercera etapa de mi Tour de Suiza particular, salimos de la preciosa ciudad de Bellinzona mediante un sistema de carriles bici, que desde luego dan mucha envidia, aunque ya los pude ver el año pasado en Austria. Y salimos ¡¡con SOL!!, el primer día de lo que llevamos que salimos a la carretera con el astro rey en todo su esplendor.

La etapa del día

A priori el día pintaba bien, con las ascensiones al Lukmanierpass y al Oberalppass para ir a nuestro lugar de destino: Andermatt.

Pero antes de eso, Suiza con este sol luce en todo su esplendor y es simplemente espectacular, aunque no me puedo ni imaginar cómo debe ser esto nevado, algo que seguramente no lo veré en la vida, pero me puedo hacer una idea.

La etapa de hoy apenas tenía 115 kms, pero mucho más desnivel que el día anterior y en menos kilómetros, por tanto, de etapa fácil nada de nada. Había que mentalizarse para no dejar de subir. Y como siempre, para eso, la premisa es que hay que desayunar mucho y bien, aunque te cueste, por que como se suele decir “si el caballito no come, el caballito no anda”.

Salimos del hotel a las 8:30, y por segundo día consecutivo, con un Voltaren en el desayuno como precaución por la rodilla, que, aunque el día anterior no dio problema alguno, por si acaso, tampoco convenía echar las campanas al vuelo de buenas a primeras.

Los primeros 10 kms de la etapa por un sistema de carriles bici antes de salir a la carretera propiamente dicha, aunque eso sí, desde el minuto 1, sin parar de subir, quizá los primeros kilómetros suavemente, pero sin dejar de subir y eso poco a poco se va notando. El primer objetivo del día era el kilómetro 61, que es donde estaba situada la cima del Lukmanierpass.

Sobre el papel, la subida de verdad comenzaba en el kilómetro 20, a la altura del pueblo de Biasca, para luego afrontar un puerto de 40 kms de subida, vamos, lo que se dice un paseo matinal. Pero esta subida al Lukmanierpass tiene truco, ya que como la subida del día anterior al Splügenpass, es un puerto con “escalones”

Desde el pueblo de Biasca, comenzó mi calvario particular durante un rato, porque simplemente me costaba encontrar el ritmo, pero como íbamos en grupo, lo iba sobre llevando.

Mientras subes, haces fotos.

Mas monumentos mientras subes


Más adelante, en el pueblo de Acquarosa, que es donde de verdad, comienza el puerto, paramos para hacer un avituallamiento antes de proseguir la marcha, y el parón me sentó regular, y desde ahí hasta arriba quedaban aún 20 kms de subida, por lo que, mentalmente me decía que era como “el Tourmalet (18kms) y un poco más”.

Sufriendo por el Lukmanierpass.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

El puerto en sí no es excesivamente duro, es más, es realmente llevadero, de los que me gustan, de ritmo y mucha cadencia, ya que todo el puerto oscilaba entre el 3% y 7%. Pero las patas no iban, y estaba claro que los excesos de la etapa anterior me estaban pasando factura, donde en los kilómetros finales, me olvidé de que había más días y eso se acaba pagando. Por tanto, había que echarle cabeza, poner un ritmo y para arriba poco a poco.

Así al tran-tran llegué a la cima del Lukmanierpass, concretamente al hospicio que hay en la cima, que está justo a la entrada de un túnel larguísimo, donde tenía un pelín más de subida y luego un rato de bajada, y debíamos todos de cruzar juntos, aunque estuviera muy pero que muy bien iluminado.

Foto en el Lukmanierpass


Foto de grupo en el Oberalppass. Yo el primero por la izquierda.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo



Y lo que son las cosas, antes del túnel lucía un sol estupendo, pero al salir al otro lado del túnel, comenzaba a llover, asi que sea acabó el sol, además de aderezado con muchísimo viento en contra. Pero tambien es verdad, que según íbamos bajando, el tiempo iba mejorado “algo”, tampoco mucho, pero al menos dejó de llover.

Ya abajo, en el pueblo de Disentis, comenzaba la segunda subida del día, la del Oberalppass. Y gracias al track de la organización, pude ver que tenía dos tramos. Uno inicial de 7 kms, con un descanso de 2 kms para continuar con otra subida final de 10 kms. Y una vez arriba, era bajar y llegar a nuestro destino en Andermatt.

Pero al comenzar este segundo puerto, hubo cosas que pasaron. 

En la bajada del Lukmanierpass, ya me encontraba mucho mejor, y como la bajada era rápida, técnica y con un asfalto perfecto, llegué a abajo totalmente solo, al igual que el día anterior cuando bajamos el Passo San Bernardino. Ahí rápidamente, dejé la ropa en la furgoneta de la organización y sin esperar a nadie, comencé el puerto, que era subir y listo. 

Nada más comenzar la subida, cogí a un grupo de 3 ciclistas que iban unos pocos metros por delante de mí. Dos de ellos tendrían más o menos mi edad (18 años y unos meses) con un chaval de unos 20 años aproximadamente, que, para empezar, iba con un casco de contrarreloj y con una posición horrible sobre la bici, con el sillín altísimo y pedaleando de puntera.

Al principio, me puse a rueda de ellos, primero para ver que ritmo llevaban y luego, para ver cómo era el puerto en sí. Pero al poco vi que este trio no caminaba cuesta arriba (ni yo tampoco, asi que imaginar el ritmo), pero en un alarde de chulería española, pongo plato grande y les paso poniendo la cara seria como si apenas me costara ir subiendo, con un ritmo muy alto durante un par de kilómetros por que, además, ese tramo tampoco era muy duro. Lo dicho, chulapo madrileño. Pero en honor a la verdad, es que este primer tramo del puerto tampoco era para tanto, dado que en 7 kms apenas se subían 380 metros de desnivel. 

Primeros compases del Oberalppass.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Como curiosidad, a este grupo de tres ciclistas los volví a ver en Andermatt, cuando ya había llegado, guardado la bici y me había duchado, por lo que confirma que el ritmo que llevaban no era muy alto.

Siguiendo con el puerto, dada la poca dificultad de este primer tramo de puerto, conseguí aguantar este ritmo hasta arriba de este primer tramo y ya en el descanso de 2 kms que había después, me lie de nuevo la manta a la cabeza y literalmente me puse todo trapo. Pura temeridad, pero lo estaba disfrutando……….. 

Cuando comenzó el segundo tramo, que era mucho más duro, iba tan “engorilado” que pasé a otros 3 ciclistas que iban en bici de montaña, y los pasé simplemente a tope, pero como si nada, es decir, como si llevara a rueda al mismísimo Pogacar y estuviera preparando su ataque poniendo un ritmo duro, pero tambien iba pensando que lo iba a pagar. 

¡¡Al ataque Pogacar!!

Este arreón apenas me duró kilómetro y medio, pero lo suficiente para a estos 3 ciclistas que acababa de pasar, dejar de verlos, poner mi ritmo y hasta arriba. 

Los siguientes 4 kilómetros, que tenían un porcentaje del 3-4% mantuve el tipo, pero estaba claro que los 5 kms finales era donde se concentraba toda la dureza del puerto, y yo cuando se pasa del 8% soy un auténtico bluff subiendo, y en esta ocasión lo demostré con creces, pero el caso es que, entre pitos y flautas, solo me quedaban ya 5 kms para la cima. La etapa estaba hecha.

Subiendo por el Oberalppass.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Al paso por el pueblo de Tujetsch, determinaba la mitad del puerto y como me temía, empezaba lo duro del mismo, con alguna rampa incluso en el 14%.

El sol ya había desaparecido por completo, empezó a chispear, el viento pegaba de cara y la temperatura bajó rápidamente, había comenzado mi agonía final. Pero al final, después de un rato sufriendo, coroné el puerto del Oberalppass.

Últimos compases del Oberalppass.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Arriba del puerto, foto rápida y a abrigarse mucho, dado que, en la cima del puerto, teníamos una temperatura de 3 grados. También ahí arriba pude ver el faro más alto del mundo, que estaba construido en la cima de este puerto, en honor a todos los fareros del mundo. 

Cima del Oberalppass

Homenaje a todos los fareros en la cima del Oberalppass

Una vez abrigado y con la foto de rigor, ya solo tocaba bajar y ahí tampoco esperé a nadie, me estaba quedando congelado y estaba como loco por llegar al hotel. Además, esta bajada la recordaba de cuando estuve hace 10 años por la zona y concretamente pasé este puerto con el coche, aunque en aquella ocasión con una gastroenteritis de cuidado y sin ganas de bici. 

La bajada en sí era realmente rápida, muy fácil y un asfalto perfecto, por lo que a poco que te despistaras, la bici se disparaba a toda velocidad, y por tanto andarse con cuidado. Como curiosidad, justo cuando estaba llegando abajo me crucé a 4 corredores del equipo profesional del Tudor

Una vez ya en el Hotel Schlüssel, me cambié/duché rápidamente y como siempre, tocaba irse de paseo por el pueblo, que no hacía mala temperatura, lucía el sol y aunque con algo de fresco, se podía disfrutar la tarde. Pueblo que, por cierto, es realmente pequeño y muy pintoresco, y se cruza en apenas 20’ de punta a punta. Pero mi objetivo esa tarde era localizar y ver una gasolinera donde se rodó una escena de una película de James Bond, concretamente la de Goldfinger en 1964.

Una vez que llegué allí, la decepción fue absoluta. Apenas queda cuatro cosas de esta gasolinera, estaba en obras y solo un pequeño cartel justo al lado, indicaba lo que he comentado antes. Lo dicho, una decepción, me esperaba otra cosa, si acaso algo que sirviera como reclamo turístico. 

Cartel que certifica la película en la entrada al Hotel Aurora

Antes de volver al hotel, aprovecho para dar un enorme paseo ya que me quedaban aún 2 horas hasta la cena, y por tanto me dio tiempo a ver el pueblo a conciencia y visitar, entre otras cosas, las dos iglesias (muy bonitas) que tenía este pueblo. 

Calles de Andermatt


Vista de Andermatt desde la Capilla de Mariahilf

Después de la cena, otro paseo con algunos compañeros y a la cama, que tocaba la etapa 4 y era la etapa reina. 

Los datos del Strava

El recorrido del día

martes, 12 de agosto de 2025

Tour de Suiza - Dia 2 - Splügenpass y Passo San Bernardino

Una etapa crucial.

Era el día clave de toda la semana, después de los dolores de rodilla el día anterior, en el primer puerto, la cuestión era saber si ese dolor iba a persistir o remitir.

Ya de buenas a primeras, me costó muchísimo dormir la noche anterior, la preocupación de la rodilla estaba ahí y pasa factura. Al levantarme seguía con esa preocupación, ya que, aunque parecía que no me dolía, dicho dolor podría aparecer en cualquier momento. 

El desayuno de hecho me costó un mundo, y eso que, ante la magnitud de estas etapas, hay que meterse entre pecho y espalda un buen desayuno, y más cuando era la etapa más larga, asi que me forcé mucho a desayunar. 

Perfil y recorrido de la 2a etapa.

El día comenzó con una fina lluvia a la salida de Saint Moritz y yo tomando el mando del grupo, dado que quería imponer mi ritmo desde el minuto 1, el que me fuera bien a mí. El caso es que todos se pusieron a rueda durante los 10 kms de llano iniciales y tambien durante los 35 kms siguientes que eran de bajada que teníamos antes de afrontar el coloso del Splügenpass todo al principio bajo una fina lluvia y bordeando unos cuantos lagos, que si ya de por sí, con todo nublado era espectacular, con sol debería haber sido precioso. 

El puerto del Splügenpass, lo íbamos a afrontar desde la vertiente italiana, es decir, habíamos entrado en Italia durante el descenso, estando la frontera con Suiza, justo en la cima. 

Mientras tanto, durante esos 45 kilómetros iniciales, la rodilla iba respondiendo sin problemas, pero venia la prueba de fuego.

En la población de Chiavenna, donde comenzaba el Splügenpass como he comentado anteriormente, hicimos un avituallamiento para soltar ropa (yo me quede con el chaleco por si acaso), comer algo y seguir con el recorrido. Yo hice una parada muy breve, de apenas 3-4 minutos y arranqué un rato antes que los demás, ya que mi temor era que la rodilla protestara y me quedara el ultimo sin remedio ralentizando a todo el grupo. Por eso mismo, arranque rápido, no sé cuánto tiempo de ventaja sobre los demás, pero quería seguir con mi ritmo junto con mucha cadencia e ir haciendo camino.

El puerto en sí se puede dividir en tres bloques: uno inicial de 10 kms, un intermedio de otros 10 kms y un final de 3 kms. Habiendo entre bloques unos 2 kms de llano o falso llano, que eso hace que los datos del puerto que uno ve a priori no sean muy fiables, ya que estos dos tramos de descanso, hace que el porcentaje total del puerto baje una barbaridad, mientras que, si ves cada tramo individualmente, tienes una media de pendiente que asusta.

Me explico, si coges la altimetría total de este puerto tiene una pendiente media del 5,2% y pensamos todos que es un puerto muy tendido, pero claro, si coges los tres bloques que antes en mencionado, de manera independiente, los porcentajes son del 8-9% como mínimo y muy mantenido. Esto hace que el Splügenpass sea un señor puerto. 

Y, además, salpicado durante todo el ascenso con 51 curvas de herradura, todas numeradas, haciendo que se coja altura muy rápidamente. 

El primer bloque, lo subí entero casi yo solito sin ver a nadie por detrás, ya que solo me cogió una persona. Lo subí muy bien a mi ritmo, concentrado y tambien disfrutando de las impresionantes vistas. Este primer bloque, por ejemplo, tenía un tramo de 10 curvas de herraduras muy seguidas, que se ven todas desde abajo cuando llegas e incluso alguna de ellas, con galería incluida, es decir, la propia curva de herradura metida en un túnel y eso, al menos yo, es algo que no había visto antes y eso que ya tengo unos cuantos puertos a mis espaldas.

Un poco después, llegaba al primer descanso, concretamente a la altura del pueblo de Campodolcino, y en este pueblo, uno ve esas cosas que no son fáciles de ver, pero que aquí en Suiza lo deben de ver como algo normal. Vi como un helicóptero, muy cerca de la ladera de la montaña, junto con un par de personas en la misma, con un cable estaban retirando varios troncos de una cascada. Era una imagen cuando menos insólita.

Subiendo por el primer tramo del Splügenpass. Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Una vez pasado este bloque inicial, tocaba el bloque intermedio, donde había más de lo mismo, más curvas de herradura a cada poco (recordar, que, por esta vertiente, había 51 curvas de herradura hasta la cima y todas numeradas). Además, en este bloque, te vas dando cuenta que la vegetación va cambiando poco a poco. Asi como el primer bloque era todo entre árboles, este segundo paso daba paso a más praderas y menos árboles, lo que hizo que la temperatura empezara a caer en picado.

Ya cuando quedaban apenas un par de kms de este segundo bloque, que culminaba en una presa construida a principios del siglo XX y con su correspondiente espectacular lago, me vi obligado a parar un momento a ponerme el chaleco, debido a que al principio del puerto como hacía algo de calor, decidí subir totalmente de corto, pero iba congelado y el chaleco que por si acaso me quedé, me vino a las mil maravillas. Una vez ya en esta presa, se daba por concluido este segundo tramo y tocaba el segundo gran descanso.

Este segundo descanso, bordeaba el lago de la presa durante 2-3 kilómetros con una carretera y una zona totalmente inhóspita, ya que ahí todo el entorno era todo roca, rodeado de montañas y zonas nevadas por las alturas de estas. Realmente impresionante. Al llegar a la población de Montespluga solo quedaba afrontar los 3 kms finales del último bloque de este puerto del Splüglenpass.

La temperatura seguía bajando, el viento cada vez era más fuerte pero los 3 kms finales, no fueron excesivamente duros, y, además, fui cogido por el resto del grupo a apenas 300 metros de la cima. Y lo más importante, ni rastro de los dolores de rodilla. El coloso del día estaba salvado. 

Puerto superado, un monstruo como el Splügenpass

Ya arriba del puerto, la foto fue un visto y no visto, nos abrigamos todos rápidamente con toda la ropa que llevábamos en la furgoneta, en buena cuenta por el tremendo vendaval que había arriba y los cero grados de temperatura. Además, el cartel con el nombre del puerto y la altitud, ni se podía ver, de tantas y tantas pegatinas (odiosa costumbre) que tenía el cartel.

Comenzamos a bajar, y poco a poco en el descenso, empezó a salir el sol y subir la temperatura, no mucho, pero algo es algo, aunque lo más destacado de la bajada fue el hecho de afrontar cerca de 20 curvas de herradura en apenas 3 kms. Una vez pasado ese tramo, seguimos bajando el puerto, casi 20 kms hasta llegar a Splügen para hacer el avituallamiento en condiciones de temperatura adecuada, aunque algunos llegaron abajo tiritando del frio que hacía.

Bajando por la vertiente suiza del Splügenpass

Una vez abajo, tocaba transición de unos 15 kms para afrontar el segundo puerto del día, el Passo San Bernardino, un puerto de apenas 8 kms, pero con 29 curvas de herradura en la subida. Telita de la buena.

Ni que decir, que esta transición por el llano, también la hicimos conmigo al frente de grupo, iba marcando un ritmo cómodo para todos asi que todos contentos.

Al llegar a las faldas de este segundo puerto, en la localidad de Hinterrhein, todo el mundo puso su ritmo y para arriba, cierto que no era un puerto excesivamente duro, y las curvas de herradura, te animan a tener un ritmo majete, además como todo puerto con curvas de herradura, el hecho de ganar altitud rápidamente te anima mucho el ritmo. 

En este puerto, a 4 kms kilómetros de la cima, mi compañero de habitación, Javier, y un servidor, fuimos tranquilamente de charla, conociéndonos un poco mejor. El viene de Colombia y yo de España, asi que hay cosas, que son absolutamente distintas en nuestros países, y esto es muy bonito, el poder charlar y conocer cosas de otros países.

En una de las 29 curvas de herradura con Javier.Foto de Rubén Fueyo @rubenfueyofotografo

Ademas, a estas alturas de etapa, estaba ya hecho, debido que una vez coronado el puerto, tocaban otros 45 kms de descenso hasta Bellinzona, y yo sin dolores de rodilla, que era la gran noticia. Además, iba con ganas de marcha en la bajada.

Arriba de este puerto del Passo del San Bernardino, tocaba la foto de rigor, y por supuesto, con un frio de espanto arriba y hacia donde íbamos, la cosa no pintaba mucho mejor y comenzaba a llover. Yo ahí ya avisé, que como hiciera mucho frío y estuviera seco el suelo, que los veía a todos en el hotel. 

Passo del San Bernardino

Aun así, el descenso lo comenzamos con la precaución que requería, pero según íbamos bajando, el suelo se iba secando, asi que poco a poco, me fui distanciando del grupo hasta el punto de que los dejé atrás en el descenso, Además, este puerto por el otro lado es tambien otro monstruo de puerto. 

En cuanto al descenso, quizá yo no sea precisamente un escalador nato, pero cuando la carretera pica para abajo, la cosa cambia ya que bajando me defiendo bastante bien. Y por eso mismo, con 45 kms de descenso hasta el hotel, en los primeros compases del descenso, fue la última vez que vi a mis compañeros hasta la llegada a Bellinzona, nuestro lugar de destino. 

Además, los primeros 30 kms de bajada había un tráfico inexistente y eran kilómetros de autentico descenso, la razón, es que los suizos, han hecho una carretera recta atravesando dicho puerto, asi que todos los coches por esa carretera y el puerto para ciclistas. Lo que se dice una maravilla. Por tanto, me planté debajo de los 30 kms iniciales yo solo, dado que como decía antes, es una bajada muy rápida y disfrutona. Ni que decir, que dolores de la rodilla ni rastro.

Pero aún quedaban 15 kms de llano con algo de bajada, hasta Bellinzona, asi que me dije, que para adelante y a tope hasta al final. Y eso que había algún repechito pestoso, pero iba con el subidón de no tener ningún tipo de dolor y con la velocidad que traía de la bajada del puerto, iba como un cohete. Aunque eso sí, los últimos 5 kms, los que fueron ya en las inmediaciones y la travesía de Bellinzona, se me hicieron eternos y se me encendió la lucecita de la reserva del depósito de “gasolina”.


Kilómetros finales hasta Bellinzona

Llegué el primero al Hotel Internazionale , me dieron la habitación, guardé la bici en el cuarto habilitado para tal uso, me dio tiempo a cambiarme y ducharme, y, aun así, el resto no había llegado. Luego me dispuse a dar un paseo por la ciudad, que tiene una serie de fortalezas que están declaradas como patrimonio mundial de la UNESCO.

Por los pelos no pude entrar en ninguno, llegué al hotel casi a las 5 (recordar que era la etapa más larga, con cerca de 160 kms) y en Suiza, que son muy madrugadores en todo, cierran a las 6 de la tarde. 

Así que me dediqué a darme un largo paseo de cerca de 3 horas por la ciudad, y según iba paseando, me iba recordando mucho a Salzburgo (Austria), ciudad que tuve el placer de conocer hace ya la friolera de 25 años cuando me mandaron a trabajar una temporada a Viena (Austria)

Vía Caminatta Bellinzona




Cuando comencé mi pase por la ciudad, aún quedaban casi 3 horas para la cena, y como había llegado con el depósito vacío, estaba que me comía las esquinas, asi que dicho y hecho, enfrente de la Fortaleza de Bellinzona, había una pizzería donde me pedí una pizza margarita de tamaño familiar que me fui comiendo mientras paseaba. Y claro, pasear por ese entorno, con sol, sin dolores en la rodilla y con pizza en la mano, al menos para mí, es un placer de dioses.

Placer de dioses

Más tarde, a cenar con todo el grupo, en buena armonía, risas, anécdotas y a pensar en el día siguiente, Y antes de ir a la cama, más estiramientos, crema antiinflamatoria y dando gracias a Dios por haber superado el día sin mayores contratiempos.

A por otro etapón.

Datos del Strava

Recorrido del día