Por fin el día amaneció con sol, después
de que los 3 días anteriores por los Alpes, tragáramos agua a más no poder, por
fin amaneció el día totalmente despejado, es más, se esperaba un día muy
caluroso.
Después de hacer un desayuno muy completo
en el hotel que estábamos alojados y dejarlo todo preparado para hacer el
traslado por la tarde hasta Chateau-Queyras, sin duda, el traslado más largo ya
eran casi 600 kms, salimos hacia el Stelvio. Yo no iba muy católico y de hecho,
ya le había comunicado a mis colegas, que solo subiría el Stelvio por esta
vertiente, que el otro lado, el más famoso y fotogénico de todos, no me sentía
con fuerzas para hacerlo.
Es más, mis compañeros se fueron en otra
dirección para calentar unos kilómetros antes de afrontar la subida, yo tiré
directamente hacia arriba, prefería tomar un poco de ventaja y así cuando me
pasaran lo hicieran lo más arriba posible, ya que tampoco quería que me
estuvieran esperando arriba una eternidad. Así que a mi ritmo nada más salir
tire para arriba, para el Stelvio.
Los primeros kilómetros no iba mal del
todo, cierto que es un puerto que por esta vertiente empezaba relativamente
suave, así que metiendo el 29 desde el principio me puse un ritmo y para arriba.
Además, al ser sábado, había ya gente subiendo y por tanto, en ocasiones, parece
que tenias liebre y eso ayudaba para mantener o incrementar el ritmo
incluso.
Ya cuando llevaba unos 8-9 ms de los 24 de
la ascensión, mis compañeros me pasaron como una exhalación, ya que estaba claro
que no iban con una marcha mas, sino que además, yo también iba con una marcha
menos, seguía tocado de la gastroenteritis que me tumbo los primeros días, pero
ya que estábamos allí había que subir SI o SI.
Poco después, cuando a mis compañeros les
perdí de vista, comenzaron los túneles antes del tramo de “tornantes” de mitad
del puerto, estos túneles, prácticamente a oscuras subiendo asustan un poco, ya
que se veía por dentro a duras penas. Después tocaba el turno de tornantes que
no lo pase muy mal, de hecho incluso me anime un poco antes de encarar la
larguísima recta que hay poco antes del desvío al Pass Umbrail.
Monumento a los caidos de la II Guerra Mundial en la vertiente de Bormio.
Esta recta, daba un poco el viento de
espalda y pude incrementar un poco el ritmo y eso que pudiera pasar a algún
ciclista que tenía por delante. Una vez llegado al cruce del Pass Umbrail
tocaban los últimos 3 ms totalmente desconocidos para mi, dado que lo subido
hasta ahora, lo habíamos bajado en coche dos días antes y eso ayuda un poco el
saber el terreno que pisas, pero a partir de ahí, la tónica fue la misma, aunque
el ultimo kilometro se me hizo eterno. Ya había coronado el Stelvio.
Y seguía con mi idea de darme la vuelta
para ir al hotel, pero fue asomarse a la otra vertiente y me quede simplemente
alucinado. Mira que había visto fotos de esa vertiente, pero verlo en vivo fue
realmente espectacular, no me lo imaginaba ni me lo esperaba así. Las dudas se
fueron en un momento y decidí, que por mucho que me costara, subiría por allí
aquel día.
Fue asomarse y ver esta maravilla ciclista......
Abrigados que arriba hacia frequito.
Y la foto de las curvas, la que certifican que allí estuvimos.
Una vez hecha las fotos de rigor desde
arriba, ya que luego quizá ni tendría fuerzas ni ganas, empezamos el descenso
hasta Prato Allo Stelvio, las curvas de 180 grados, había que tomarlas con mucha
calma, además, al ser en sábado, en la subida había montones de coches y motos,
pero algo espectacular, y lamentablemente no todas las motos cuidados con el
resto de vehículos que por allí circulábamos.
La cantidad de coches, ciclistas y motos
que nos cruzamos bajando fue sencillamente alucinante, yo creo que en mi vida me
había cruzado con tanto vehículo bajando un puerto, con lo que ello significa :
hay que bajar con mucho cuidado, aparte que el asfalto en alguna que otra curva,
no estaba bien. Normal, teniendo en cuenta que este puerto solo está abierto
desde primeros de Mayo hasta primeros de Octubre. El resto del año, cubierto por
la nieve. Todos recordamos esas estampas típicas del Giro de Italia con el
puerto cubierto por la nieve, con la carretera despejada y a cada lado 3-4
metros de nieve con pintadas en la misma hechas con un grafitti.
Ya en el descenso, al poco de empezar a
bajar y también al poco de coronar, hay un fotógrafo (ww.FotoStelvio.com) que en
estos meses debe hacerse rico, por que el tío está sentado en una curva con su
furgoneta rotulada con el logo de Foto Stelvio y hace fotos a todo el que pase
por allí, ya sea subiendo o bajando. Luego para encontrarte en su web, tiene
tela. Ya que tienes que buscar por mes, día, hora y casi por minuto para
encontrarte. Eso sí, estar allí sentado todos los días cerca de 8-10 horas tiene
tela, y cuando hace solecito todavía es soportable, pero como te aparezca un día
de lluvia…….menudo trabajito. Pero eso sí, este pollo os garantiza un recuerdo
de la subida al Stelvio en plena acción, y no es nada caro. 8 euros y te la
mandan por mail en formato digital a tope de resolución.
La vista desde arriba es simplemente espectacular.
Como decía, el descenso a pesar de la
multitud de coches, motos y ciclistas, llegamos más o menos rápido a Prato Allo
Stelvio. Al llegar abajo, vimos que esta localidad tiene mucha vidilla, hay
turistas por todos lados (además, os recuerdo que era sábado, agosto y hacia
sol). Pero paramos en una fuente a repostar agua, comer alguna barrita y para
arriba sin perder mucho tiempo, que luego por la tarde, tocaba traslado y
largo.
En Prato Allo Stelvio a recuperar fuerzas en una fuente.
La subida la empezamos a ritmo cómodo, la
salida de Prato allo Stelvio no es muy exigente los primeros 2-3 kilómetros,
pero dado que como he ido diciendo en los post anteriores, mi cuerpo estaba muy
justo de gasolina, me descolgué rápidamente, y me hizo temer lo peor de cara a
toda la subida que me quedaba. El calor apretaba y me quedaban aun casi 24 ms de
subida, los 43 “tornantes” se iban a hacer muy largos.
Al principio del puerto, aunque iba
tocado, no iba a mal ritmo, solía pasar a todos los que iban montando en BTT,
pero también es verdad que había cada uno con bici de carretera que me pasaba a
una velocidad sideral. Entre ellos, Iván Santaromita ciclista profesional del
BMC, que debía estar por allí concentrado y preparando la vuelta, tal y como me
confirmo después su compañero Manuel Quinziato, que conozco del carril bici de
Colmenar. Un gran tipo. Para que os hagáis una idea, en el tiempo que yo tarde
en subir una sola vez, el lo hizo dos veces. Casi nada.
El sol comenzaba a apretar y yo iba de
menos a menos. Solo pensar la cantidad de curvas que me quedaban me entraba un
dolor de cabeza tremendo. Además, esta subida al haberla hecho en sábado nos
encontramos aquello que parecía una autentica romería de motos, la mayoría de
ellas te pasaban más o menos bien, pero había algún descerebrado como en todos
los lados, que ya les oías llegar desde varios kilómetros quemando rueda y
gasolina, y luego te pasaban a toda pastilla y sin respetar el metro y medio. Un
peligro. Unos payasos.
La subida te ofrece estampas de cuento.
Mi carita empezaba a ser un auténtico poema.
Como decía la subida se me empezó a hacer
eterna, trate de mentalmente ir curva a curva, no tratar de pensar en todo lo
que me quedaba, aunque la sensación de no avanzar nada, estaba ahí. Y de hecho
cuando a 10 ms del final sales de la zona boscosa y tienes ante ti, toda las
curvas de herraduras………………se me vino el mundo encima. A partir de ese momento no
había ni una sola sombra y lo malo en esa situación es que podías ver todo lo
que te quedaba, aunque sí que es cierto que eso mismo en otras condiciones puede
ser muy motivador, ese momento se me hizo duro. Muy duro.
Y los kilómetros empiezan a hacer mella.
Venia de haber entrenado muchos puertos,
pero también venia de una gastroenteritis que me había golpeado pocos días antes
de ir a los Alpes y durante los dos primeros días, y físicamente andaba muy
tocado. Y ahí me vine abajo del todo, sin parar de dar pedales durante unos
minutos eche a llorar. De rabia, de impotencia, de pensar que no era capaz de
subir en esas condiciones…………………pero al poco conseguí rehacerme y lo que me
quedaba trate de pasarlo lo mejor que pudiera.
A falta de 3 kilómetros de la cima, fotaza de Foto Stelvio.com
Los kilómetros y las curvas iban pasando,
así a unos 2-3 kilómetros del final, de nuevo me encontré con el fotógrafo de
Foto Stelvio y ahí trate de poner mi mejor cara y mi mejor pose encima de la
bici, ya que iba un tanto desencajado. Después de eso, los kilómetros finales
aunque se me hicieron eterno pasaron finalmente, llegando arriba totalmente
roto, donde mis compañeros Alfredo y Alberto me esperaban para hacernos una foto
los tres en el Pódium que hay puesto arriba. Me lo había ganado. Nos lo habíamos
ganado.
Los tres amigos en el podium, era una foto ideal para un viaje estupendo.
Esta foto en el podium me la había ganado a pulso.
El ambiente arriba del puerto era
tremendo, un día soleado y aquello parecía la playa. Motoristas, coches,
ciclistas, caravanas…………de todo. Jamás había visto un puerto tan comercializado
y con tanto ambiente. Lo dicho, parecía la playa.
La vista desde arriba es impresionante. Por el entorno, por el hotel budista al fondo y por el mercadeo en la cima del puerto.
Foto en el cartel, me la había ganado a pulso.
Después de disfrutar durante unos
breves minutos la cima, nos fuimos para abajo, hacia Bormio ya que nos esperaba
un buen traslado por la tarde de casi 600 ms. Pero antes, según bajaba me desvié
un momento en el Pass Umbrail para hacerme una foto con el cartel, después,
dejarse caer hasta Bormio, una bajada para disfrutar cuando no hay coches, pero
como los había y muchos, tocaba ir muy tranquilo, con el lema : nada que ganar,
mucho que perder.
Ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, foto en el Pass Umbrail.
Ya en el hotel, una ducha rápida, recoger
los bultos y carretera hacia Chateau-Queyras en Francia. Casi 600 ms por
delante. La salida de Bormio hacia Milán pasando cerca del lago Como es
simplemente un infierno. Los primeros 70 ms hasta la autovía, es una carretera
muy pesada, con mucho tráfico y de un carril por sentido.
Después, el tramo paralelo al lago Como,
en mi vida había pasado tantos túneles, si digo que pasamos por 30-40 quizá me
quedo corto y eso hizo que el lago, casi ni lo viéramos. Ya al final, en un
tramo de carretera que paso por encima, pudimos ver que era realmente
espectacular, como dijo Alberto, es la zona donde la gente rica de Italia tiene
su casita de veraneo, y así era. Aquello estaba lleno de mansiones y yates.
Ya en Milán, cogimos rápidamente la
autopista y de ahí todo recto hasta Turín y hasta los Alpes. Íbamos con el
tiempo muy justo, pensaba que el traslado nos dejaría en Chateau-Queyras sobre
las 8 en el hotel, pero la noche se nos echaba encima y me preocupaba
subir/bajar el Izoard de noche.
De hecho a falta de 50 ms para llegar se
nos hizo de noche totalmente y el Izoard lo subimos/bajamos de noche, con
nuestras precauciones pero de noche. Al final conseguimos llegar a nuestro hotel
en Aiguelles casi a las 11 de la noche. Totalmente rotos y después de
descansar, mis compañeros cenaron algo que habían comprado por el camino
mientras que yo me fui directamente a dormir, ya que no tenía ninguna gana de
comer y tampoco me sentía muy bien. De nuevo el estomago me la
jugaba.
Continuará.