lunes, 30 de septiembre de 2013

Capitulo 3. Escapada a los Alpes

Por fin el día amaneció con sol, después de que los 3 días anteriores por los Alpes, tragáramos agua a más no poder, por fin amaneció el día totalmente despejado, es más, se esperaba un día muy caluroso.

Después de hacer un desayuno muy completo en el hotel que estábamos alojados y dejarlo todo preparado para hacer el traslado por la tarde hasta Chateau-Queyras, sin duda, el traslado más largo ya eran casi 600 kms, salimos hacia el Stelvio. Yo no iba muy católico y de hecho, ya le había comunicado a mis colegas, que solo subiría el Stelvio por esta vertiente, que el otro lado, el más famoso y fotogénico de todos, no me sentía con fuerzas para hacerlo.

Es más, mis compañeros se fueron en otra dirección para calentar unos kilómetros antes de afrontar la subida, yo tiré directamente hacia arriba, prefería tomar un poco de ventaja y así cuando me pasaran lo hicieran lo más arriba posible, ya que tampoco quería que me estuvieran esperando arriba una eternidad. Así que a mi ritmo nada más salir tire para arriba, para el Stelvio.

Los primeros kilómetros no iba mal del todo, cierto que es un puerto que por esta vertiente empezaba relativamente suave, así que metiendo el 29 desde el principio me puse un ritmo y para arriba. Además, al ser sábado, había ya gente subiendo y por tanto, en ocasiones, parece que tenias liebre y eso ayudaba para mantener o incrementar el ritmo incluso.

Ya cuando llevaba unos 8-9 ms de los 24 de la ascensión, mis compañeros me pasaron como una exhalación, ya que estaba claro que no iban con una marcha mas, sino que además, yo también iba con una marcha menos, seguía tocado de la gastroenteritis que me tumbo los primeros días, pero ya que estábamos allí había que subir SI o SI.

Poco después, cuando a mis compañeros les perdí de vista, comenzaron los túneles antes del tramo de “tornantes” de mitad del puerto, estos túneles, prácticamente a oscuras subiendo asustan un poco, ya que se veía por dentro a duras penas. Después tocaba el turno de tornantes que no lo pase muy mal, de hecho incluso me anime un poco antes de encarar la larguísima recta que hay poco antes del desvío al Pass Umbrail.

Monumento a los caidos de la II Guerra Mundial en la vertiente de Bormio.

Esta recta, daba un poco el viento de espalda y pude incrementar un poco el ritmo y eso que pudiera pasar a algún ciclista que tenía por delante. Una vez llegado al cruce del Pass Umbrail tocaban los últimos 3 ms totalmente desconocidos para mi, dado que lo subido hasta ahora, lo habíamos bajado en coche dos días antes y eso ayuda un poco el saber el terreno que pisas, pero a partir de ahí, la tónica fue la misma, aunque el ultimo kilometro se me hizo eterno. Ya había coronado el Stelvio.

Y seguía con mi idea de darme la vuelta para ir al hotel, pero fue asomarse a la otra vertiente y me quede simplemente alucinado. Mira que había visto fotos de esa vertiente, pero verlo en vivo fue realmente espectacular, no me lo imaginaba ni me lo esperaba así. Las dudas se fueron en un momento y decidí, que por mucho que me costara, subiría por allí aquel día.

Fue asomarse y ver esta maravilla ciclista......

Abrigados que arriba hacia frequito.

Y la foto de las curvas, la que certifican que allí estuvimos.

Una vez hecha las fotos de rigor desde arriba, ya que luego quizá ni tendría fuerzas ni ganas, empezamos el descenso hasta Prato Allo Stelvio, las curvas de 180 grados, había que tomarlas con mucha calma, además, al ser en sábado, en la subida había montones de coches y motos, pero algo espectacular, y lamentablemente no todas las motos cuidados con el resto de vehículos que por allí circulábamos.

La cantidad de coches, ciclistas y motos que nos cruzamos bajando fue sencillamente alucinante, yo creo que en mi vida me había cruzado con tanto vehículo bajando un puerto, con lo que ello significa : hay que bajar con mucho cuidado, aparte que el asfalto en alguna que otra curva, no estaba bien. Normal, teniendo en cuenta que este puerto solo está abierto desde primeros de Mayo hasta primeros de Octubre. El resto del año, cubierto por la nieve. Todos recordamos esas estampas típicas del Giro de Italia con el puerto cubierto por la nieve, con la carretera despejada y a cada lado 3-4 metros de nieve con pintadas en la misma hechas con un grafitti.

Ya en el descenso, al poco de empezar a bajar y también al poco de coronar, hay un fotógrafo (ww.FotoStelvio.com) que en estos meses debe hacerse rico, por que el tío está sentado en una curva con su furgoneta rotulada con el logo de Foto Stelvio y hace fotos a todo el que pase por allí, ya sea subiendo o bajando. Luego para encontrarte en su web, tiene tela. Ya que tienes que buscar por mes, día, hora y casi por minuto para encontrarte. Eso sí, estar allí sentado todos los días cerca de 8-10 horas tiene tela, y cuando hace solecito todavía es soportable, pero como te aparezca un día de lluvia…….menudo trabajito. Pero eso sí, este pollo os garantiza un recuerdo de la subida al Stelvio en plena acción, y no es nada caro. 8 euros y te la mandan por mail en formato digital a tope de resolución. 

La vista desde arriba es simplemente espectacular.

Como decía, el descenso a pesar de la multitud de coches, motos y ciclistas, llegamos más o menos rápido a Prato Allo Stelvio. Al llegar abajo, vimos que esta localidad tiene mucha vidilla, hay turistas por todos lados (además, os recuerdo que era sábado, agosto y hacia sol). Pero paramos en una fuente a repostar agua, comer alguna barrita y para arriba sin perder mucho tiempo, que luego por la tarde, tocaba traslado y largo.

En Prato Allo Stelvio a recuperar fuerzas en una fuente.

La subida la empezamos a ritmo cómodo, la salida de Prato allo Stelvio no es muy exigente los primeros 2-3 kilómetros, pero dado que como he ido diciendo en los post anteriores, mi cuerpo estaba muy justo de gasolina, me descolgué rápidamente, y me hizo temer lo peor de cara a toda la subida que me quedaba. El calor apretaba y me quedaban aun casi 24 ms de subida, los 43 “tornantes” se iban a hacer muy largos.

Al principio del puerto, aunque iba tocado, no iba a mal ritmo, solía pasar a todos los que iban montando en BTT, pero también es verdad que había cada uno con bici de carretera que me pasaba a una velocidad sideral. Entre ellos, Iván Santaromita ciclista profesional del BMC, que debía estar por allí concentrado y preparando la vuelta, tal y como me confirmo después su compañero Manuel Quinziato, que conozco del carril bici de Colmenar. Un gran tipo. Para que os hagáis una idea, en el tiempo que yo tarde en subir una sola vez, el lo hizo dos veces. Casi nada.

El sol comenzaba a apretar y yo iba de menos a menos. Solo pensar la cantidad de curvas que me quedaban me entraba un dolor de cabeza tremendo. Además, esta subida al haberla hecho en sábado nos encontramos aquello que parecía una autentica romería de motos, la mayoría de ellas te pasaban más o menos bien, pero había algún descerebrado como en todos los lados, que ya les oías llegar desde varios kilómetros quemando rueda y gasolina, y luego te pasaban a toda pastilla y sin respetar el metro y medio. Un peligro. Unos payasos.

La subida te ofrece estampas de cuento.

Mi carita empezaba a ser un auténtico poema.

Como decía la subida se me empezó a hacer eterna, trate de mentalmente ir curva a curva, no tratar de pensar en todo lo que me quedaba, aunque la sensación de no avanzar nada, estaba ahí. Y de hecho cuando a 10 ms del final sales de la zona boscosa y tienes ante ti, toda las curvas de herraduras………………se me vino el mundo encima. A partir de ese momento no había ni una sola sombra y lo malo en esa situación es que podías ver todo lo que te quedaba, aunque sí que es cierto que eso mismo en otras condiciones puede ser muy motivador, ese momento se me hizo duro. Muy duro.

Y los kilómetros empiezan a hacer mella.

Venia de haber entrenado muchos puertos, pero también venia de una gastroenteritis que me había golpeado pocos días antes de ir a los Alpes y durante los dos primeros días, y físicamente andaba muy tocado. Y ahí me vine abajo del todo, sin parar de dar pedales durante unos minutos eche a llorar. De rabia, de impotencia, de pensar que no era capaz de subir en esas condiciones…………………pero al poco conseguí rehacerme y lo que me quedaba trate de pasarlo lo mejor que pudiera.

A falta de 3 kilómetros de la cima, fotaza de Foto Stelvio.com

Los kilómetros y las curvas iban pasando, así a unos 2-3 kilómetros del final, de nuevo me encontré con el fotógrafo de Foto Stelvio y ahí trate de poner mi mejor cara y mi mejor pose encima de la bici, ya que iba un tanto desencajado. Después de eso, los kilómetros finales aunque se me hicieron eterno pasaron finalmente, llegando arriba totalmente roto, donde mis compañeros Alfredo y Alberto me esperaban para hacernos una foto los tres en el Pódium que hay puesto arriba. Me lo había ganado. Nos lo habíamos ganado.


Los tres amigos en el podium, era una foto ideal para un viaje estupendo.

Esta foto en el podium me la había ganado a pulso.

El ambiente arriba del puerto era tremendo, un día soleado y aquello parecía la playa. Motoristas, coches, ciclistas, caravanas…………de todo. Jamás había visto un puerto tan comercializado y con tanto ambiente. Lo dicho, parecía la playa.

La vista desde arriba es impresionante. Por el entorno, por el hotel budista al fondo y por el mercadeo en la cima del puerto.

Foto en el cartel, me la había ganado a pulso.


Después de disfrutar durante unos breves minutos la cima, nos fuimos para abajo, hacia Bormio ya que nos esperaba un buen traslado por la tarde de casi 600 ms. Pero antes, según bajaba me desvié un momento en el Pass Umbrail para hacerme una foto con el cartel, después, dejarse caer hasta Bormio, una bajada para disfrutar cuando no hay coches, pero como los había y muchos, tocaba ir muy tranquilo, con el lema : nada que ganar, mucho que perder.

Ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, foto en el Pass Umbrail.


Ya en el hotel, una ducha rápida, recoger los bultos y carretera hacia Chateau-Queyras en Francia. Casi 600 ms por delante. La salida de Bormio hacia Milán pasando cerca del lago Como es simplemente un infierno. Los primeros 70 ms hasta la autovía, es una carretera muy pesada, con mucho tráfico y de un carril por sentido.

Después, el tramo paralelo al lago Como, en mi vida había pasado tantos túneles, si digo que pasamos por 30-40 quizá me quedo corto y eso hizo que el lago, casi ni lo viéramos. Ya al final, en un tramo de carretera que paso por encima, pudimos ver que era realmente espectacular, como dijo Alberto, es la zona donde la gente rica de Italia tiene su casita de veraneo, y así era. Aquello estaba lleno de mansiones y yates.

Ya en Milán, cogimos rápidamente la autopista y de ahí todo recto hasta Turín y hasta los Alpes. Íbamos con el tiempo muy justo, pensaba que el traslado nos dejaría en Chateau-Queyras sobre las 8 en el hotel, pero la noche se nos echaba encima y me preocupaba subir/bajar el Izoard de noche.

De hecho a falta de 50 ms para llegar se nos hizo de noche totalmente y el Izoard lo subimos/bajamos de noche, con nuestras precauciones pero de noche. Al final conseguimos llegar a nuestro hotel en Aiguelles casi a las 11 de la noche. Totalmente rotos y después de descansar, mis compañeros cenaron algo que habían comprado por el camino mientras que yo me fui directamente a dormir, ya que no tenía ninguna gana de comer y tampoco me sentía muy bien. De nuevo el estomago me la jugaba.

Continuará.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Capitulo 2. Escapada a los Alpes

Después de una noche en medio de varias tormentas, de hecho, a eso de las 4 de la mañana de todo lo que tronaba me desperté, amaneció un nuevo día en los Alpes. Ya era 8 de Agosto, para mí, el día que más ganas le tenía a estos puertos, ya que esta etapa y estos puertos los descubrí gracias al Blog de Claudi Montefusco, del cual soy lector habitual y seguidor. Además, escribe artículos en la para mi, mejor revista de ciclismo de España, la revista Pedalier, una poderosa herramienta de información y de ponerte los dientes largos.

Como decir, ese día para mí era con mucho, el que más me apetecía. Pedalear por Suiza, por unos puertos muy duros y poco conocidos, a pesar de ser muy utilizados en la Vuelta a Suiza, simplemente me motivaba. Y por encima de todo, el puerto del San Gotardo, del cual me enamoré de él, en cuanto supe de su existencia, de esa vertiente desde Aireolo toda empedrada, que le da un toque místico…………..en fin, cualquier cosa que diga, se queda corta.

Pero como la noche pintaba mal, el día pintaba peor. Yo tenía la esperanza que lloviendo toda la noche, el día nos iba a respetar, pero nada de nada. Además, tenía la gastroenteritis del día anterior y tampoco es que yo estuviera muy católico para meterme los cuatro puertos previstos (Furka, Grimsell, Nufenen y San Gotardo), así que mientras desayunábamos en el Albergue en medio de una serie de suizos un tanto callados y en algún momento un poco mal educados, decidimos que en esas condiciones era mejor hacer traslado de la tarde por la mañana, e ir a Italia, más concretamente a Bormio, con más calma e iríamos haciendo turismo.

Dicho y hecho, con todo el dolor de nuestro corazón, y dándonos cuenta ya con la luz del día, que estábamos en la Suiza profunda y era realmente espectacular, cargamos bicis y bultos para salir hacia Bormio. Este traslado tenía su miga, ya que tuvimos que atravesar tres puertos en coche, el primero era el Oberallpass nada más salir de Andermatt que te proporciona una vista espectacular del valle suizo donde habíamos estado.

Panorámica del Valle de Andermatt.

Suiza ofrece unas vistas simplemente espectaculares.


Después de un rato, yendo por autopistas Suizas, empezamos a adentrarnos de nuevo al corazón de los Alpes dirección Livigno (sin llegar a esta localidad), pero atravesando primero el puerto de Fluelapass (aún en Suiza) y el Ofenpass que resulto toda una sorpresa muy pero que muy agradable, un puerto muy a tener en cuenta para coleccionar en viajes futuros y sobre el Pass Umbrail.

Este puerto, es un tanto desconocido para la gran mayoría. Quizá muchos lo conozca de haber oído que para hacer el Stelvio, hay que salir de Bormio subir este puerto y 3 kms antes de la cima, desviarse a la izquierda dirección a Suiza, para rodearlo por detrás y acabar en Prato Allo Stelvio, que es donde empieza la subida famosa del Stelvio. Pero el Umbrail es mucho más que eso. Pero mucho mas.

Es un puerto durísimo y muy bonito, la carretera apenas cabe un coche, está permanentemente entre arboles y tienes constantes curvas de 180 grados, los famosos “tornantes”, y además, el ultimo kilometro y medio para la cima, se despeja la arboleda y da paso a una carretera sin asfaltar pero perfectamente practicable con bici de carretera y que parece, están preparando para asfaltar, para llegar al Pass Umbrail, el paso de montaña más alto de suiza, que te deja a un kilometro de la carretera del Stelvio, y desde ahí, 3 kms hasta la cima del puerto mencionado.

Cruce en el Stelvio. A la izquierda hacia el Stelvio, a la derecha a Bormio.

De verdad, si hay un puerto que hemos descubierto en este viaje y que pasa al primer lugar de los pendientes e imprescindibles es este. Hay que subirlo si o si.

Una vez pasado este puerto, y ya en el cruce del Stelvio, bajamos por esta vertiente hasta Bormio (después de casi 4 horas de coche), pues nada, según bajas empiezas a ver unos paisajes impresionantes, unas panorámicas de los Alpes simplemente espectaculares y una vista de la carretera que, a nosotros los ciclistas, se nos hace la boca agua. Hay según bajas una panorámica de 10-12 “tornantes” que es simplemente espectacular, y las rampas no tienen desperdicio. A cada poco parábamos para hacer alguna foto y mientras tanto pensábamos, que pasado mañana por ahí teníamos que subir, y eso sin ver la otra vertiente aun, que esa, si que fue impactante.

Panorámica de los "tornantes" por el lado fácil.


Todas las curvas nombradas y numeradas


Otra panorámica de las curvas de subida por la vertiente de Bormio.

La entrada y salida de una de las curvas de herradura.


Llegamos a Bormio a nuestro hotel, el Hotel Nazionale, y lo recomiendo encarecidamente. Está en el mismo medio de Bormio, donde arranca además el puerto del Stelvio, te dejan meter las bicis en la habitación, para que tu “querida” duerma contigo, el buffet de desayuno esta estupendo y tiene parking privado.Ademas, la relación calidad-precio es perfecta.

Según llegamos a Bormio y descargar el coche, para instalarnos en el hotel, donde estaríamos dos días, nos dimos un paseo por el centro, aprovechando para comer algo y tomar un helado, pero poco después, a Alberto se le ocurrió una idea, una estupenda idea. Salir a soltar patas, ya que al día siguiente nos esperaba Mortirolo, Tonale y Gavia. Así que con apenas una hora y poco de luz por delante, nos pusimos el traje de luces y allá que salimos a rodar, pero en vez de rodar, lo que hicimos fue subir. Destino : Bormio 2000.

Mis dos compañeros de aventura : Alberto y Alfredo con Bormio al fondo.

En la subida a Bormio 2000.

Este es otro puerto, relativamente frecuente del Giro, ya que ha sido final de etapa en alguna ocasión, es un puerto no muy duro, con sus clásicos “tornates” de 180 grados y que subimos unos 7 kms, no pudimos llegar arriba del todo, ya que la noche se nos echaba encima, así que media vuelta cuando nos faltaban apenas 3-4 kms para arriba. Yo ya me notaba que las piernas no iban, que estaba vacío, y aunque estaba muchísimo mejor comparándolo con los días anteriores, era evidente que no iba. Tenía la esperanza que con cenar bien, dormir bien y desayunar bien podría recuperar……….pero el tiempo me demostró que “nasti de plasti”.

Ya en el hotel, a cambiarse rapidito y otro paseo por Bormio, para cenar y a dormir, después de darle un repaso a las bicis y dejarlas a punto para el día siguiente.

Al día siguiente, amaneció igual que el día anterior : lloviendo. Era ya 9 de Agosto y estábamos a la mitad del viaje. Después de un abundante desayuno y sin llover, le echamos un par, nos pusimos el chubasquero y allá que salimos dirección Mazzo di Valtellina para subir el Mortirolo y luego el Gavia, aunque lloviera. Aunque eso sí, allí nos dijeron, que si abajo del Gavia llueve, arriba nieva en un 90% de las veces.

Pero bueno, salimos de Bormio bajo un gran aguacero dirección Mazzo di Valtellina, pero ojo, para llegar a esta localidad, tiene su truco. Hay una carretera llena de túneles que te saca de Bormio en un plis, carretera que cogimos al día siguiente, y a su vez, hay otra carretera, que te da la impresión que está abandonada a su suerte, que es por la que hay que ir. Tienes prácticamente dos carriles para ti solo, durante un rato, con sus buenos repechacos para que entres en calor, y en nuestro caso lo necesitábamos, ya que según íbamos bajando, porque es todo bajada hasta Mazzo di Valtellina, aquello no era lluvia, era el diluvio universal, pero ocurrió el milagro, al poco rato, dejo de llover y ya no cayo ni una gota en todo día ni en todo el resto del viaje. Se cerró el grifo.

Como decía, hasta Mazzo di Valtellina es todo bajada, para allí coger el Mortirolo, pero ojo a navegantes, hay otra vertiente para subir el Mortirolo, que es común los 3 kms finales, más suave que la subida famosa pero tb muy dura que sale desde Grossio y por poco nos equivocamos. Pero seguimos el instinto y seguimos hasta Mazzo di Valtellina, donde después de preguntar a una señora con un chapurreo entre italiano y español, encontramos el inicio del puerto.

Ay,ay,ay............que viene el Mortirolo.

Al inicio del puerto te lo dice muy claro : te vas a enterar.

Este puerto a mí a priori era de todos los programados el que más respeto me imponía, de hecho, el piñón del 29 en este puerto iba a echar humo. Después de despojarnos de ropa, empezamos a subir, cada uno a su ritmo y yo además, con la precaución y preocupación de cómo me iba a responder el cuerpo. El puerto es muy duro, tienes kilómetros enteros al 10% de media y además, con los “tornates” que le meten un poco más en las curvas. Pero la verdad, no es tan fiero el león como lo pintan. Duro : si, pero tampoco es para tanto.

Homenaje a Marco Pantani en el Mortirolo.

Porcentaje 'suave' en la subida al Mortirolo.

La subida es preciosa, es prácticamente toda la subida entre praderas y toda la subida está salpicada de casas que son de cuento, ya a cuando has pasado lo peor del puerto te encuentras el Homenaje a Pantani en una curva, donde me pare a echar un par de fotos, nunca se sabe cuando voy a volver a pasar por ahí, y poco después continúe con el ascenso del puerto, y que cuando me quedaban apenas 1 km para la cima que era muy suave en comparación con todo lo anterior, me encontré con mis compañeros Alfredo y Alberto que bajaron a buscarme.

En la cima del puerto, la foto de rigor, abrigarse bien y poder decir, que es duro pero tampoco es para tanto, aunque ya tenemos nuestra foto en el cartel.

Foto en el cartel del puerto, otro coloso a la colección.

Mis dos compañeros Alfredo y Alberto.

La subida por la otra vertiente nos dijo que tampoco estaba mal esta vertiente, de hecho, parece que hay 2-3 vertientes por este lado, nosotros buscamos la que nos dejaba en la localidad de Incudine para desde ahí, girar a la izquierda y dirigirnos a Ponte Di Legno donde sale el puerto del Gavia y el Tonale. Mientras tanto, esos 15 kms de transición ya iba con el gancho, y por más que comía, la luz de reserva se me encendió. De hecho, me descolgué de mis compañeros al decirles que pasaba de subir el Tonale, cosa que me dolió en el alma, y que tiraba directo al Gavia, que visto lo visto, me cogerían en la subida.

Y no tenia ni idea de lo que se me venia encima. Cuando uno oye hablar o lee cosas del Gavia, inmediatamente la mayoría pensamos en la etapa del Giro del 88, aquella etapa dantesca de la nieve, donde probablemente, se pudo ver la etapa mas dura del ciclismo actual.

Cuando empece a subirlo, la carretera los primeros kms era perfecta, buen asfalto y de dos carriles. Además, al poco de empezar aparece Alfredo, y me comenta que tampoco se ve con fuerzas para subir el Tonale, y que también se viene directo al Gavia, mientras que Alberto sí que iba hasta allí. Mientras tanto, en la subida no hacía mucho frío aunque en la cima se veía un nubarrón amenazante. Como he comentado, mientras mis compañeros tiraban para el Tonale, yo iba hacia el Gavia. Nada mas empezar, encontré una fuente donde pare a repostar los dos bidones. En estos casos, el dicho, mejor que sobre que no falte. Y reanude la marcha.

Como decía, los primeros kms son de buen asfalto y buen ancho, pero de repente en medio de una recta, en medio de un bosque todo cambia radicalmente. Se para a un asfalto donde apenas cabe un coche, el asfalta muy rugoso, maltratado en muchos tramos, una zona bastante oscura y llena de hojas de pino por el suelo, y si además, le metes un porcentaje del 11% todo el rato…………..imaginaros el sacrificio. Estaba subiendo un puerto mítico de verdad, donde se han escrito paginas de leyenda y donde yo iba a escribir la mía.


Un puerto eterno si vas justo de fuerzas.

Carretera estrecha en toda la subida

Mi carita lo dice todo de como iba : mal, pero a pesar de ello, las vistas son impresionantes.

Este tramo se me hizo larguísimo, ahora mismo no recuerdo si eran 4, 5, o 7 kilómetros, solo se que al salir de aquel bosque el porcentaje seguía siendo el mismo, el ancho de la carretera seguía siendo igual y el destrozo de la carretera seguía estando presente. Solo cambiaba una cosa, apenas se veían coches, y los que se veían durante unos momentos tienen que ir detrás de ti por que no ha sitio para dejarle pasar hasta que encuentras un hueco y se lo indicas con la mano.

Sufriendo en el Gavia.

Pero ahí no acaba la cosa, a falta de 4 kms para la cima te encuentras con un túnel (del cual , ya estábamos sobre aviso y llevábamos luces traseras al efecto) de casi un kilometro al 10% de media, totalmente a oscuras. Y cuando digo totalmente a oscuras, que no ves ni el suelo. Solo al fondo la salida del túnel y es lo que tienes que fijarte para no perder la perspectiva. Y otra cosa, si ya de por sí, fuera hacia frío ya que según vas tomando altura la temperatura bajada, ahí dentro te baja 5-6 grados de golpe ya que estas en medio de la montaña.

Una vez salido del túnel, tienes ante ti los 3 kms finales, donde ves prácticamente la totalidad de la subida hasta el final, pero donde no ves el hospicio que hay arriba. Poco a poco, conseguí subir, no sin mucho sufrimiento hasta arriba del todo y después de casi 2 horas y media de subida, pude llegar arriba. Donde mi compañero Alfredo estaba tomándose una coca cola al calor de una estufa y charlando con un italiano que había por allí.

Otro coloso para la colección y se hizo duro de pelar.

Este hospicio, al igual que el del Tourmalet, para que os hagáis una composición mental, está llena de fotos, recuerdos, objetos del giro de Italia, algunos realmente alucinantes, y por supuesto, carísimo. Pero con el frio que hacia fuera y con lo tocado que llegue arriba, el par de Aquarius a casi 3 euros cada uno, entraron de maravilla al calor del fogón de la estufa, donde pusimos a secar hasta los calcetines.

Después de un rato charlando con Alfredo y empezando a preocuparnos por Alberto dada su tardanza, este hizo acto de presencia y como nos dijo, lo paso mal en los últimos kilómetros desde el túnel. En definitiva, para mí, es el puerto más duro que he subido, ya que no solo tiene altitud (2.621 metros); sino también longitud (18 kms) y un porcentaje medio brutal.

Luego tocaba bajar y como siempre, en el pensamiento el lema de “nada que perder, mucho que ganar”, si que te anima un poco, y más la primera parte del puerto, que es muy técnica donde una bici puede ir bastante más rápida que un coche. Después de un descenso vertiginoso, llegamos a Bormio y al hotel, donde nada más bajarme de la burra tuve el susto del día, ya que el tornillo que sujetaba mi tija del sillín al cuadro se había aflojado y dicha tija con el sillín estaba a punto de salirse. Debió ser al cruzar la localidad de Valfurva en el descenso, que tiene cerca de 1 kilometro de pave. Pero después del susto y volver a ponerlo bien, el susto desapareció.

 
En el descenso, foto en el homenaje a la victimas italianas de la I Guerra Mundial.

Vista de la carretera por la que bajamos, tenia su miga...

Acto seguido, ya en la habitación del hotel, tocaba descansar un rato antes de ir a cenar y darse un paseo, para al día siguiente, afrontar el Stelvio por sus dos vertientes.

Unos pocos días antes, Alberto Contador estuvo allí en una marcha.


Continuará……

sábado, 21 de septiembre de 2013

Capitulo 1. Escapada a los Alpes.

Hace ya más de un mes que volví de los Alpes y los imborrables recuerdos que tengo siguen ahí muy vivos en mi cabeza y en mi pensamiento, a mis queridos lectores, deberéis disculparme por la demora en escribir estas pocas líneas en este modesto blog, pero después de la ventura alpina, tocaba descansar de bici por completo y además, en compañía de mi maravillosa familia en algo tan distinto como la playa. Un bonito contraste, una semana subiendo puertos por encima de los 2.000 metros de altitud y a la semana siguiente, tumbado en la playa a nivel del mar. 

Como pudisteis leer a mediados del mes de junio, en el último post en este blog, tenía en mente una escapada a los Alpes en compañía de dos amigos. Una escapada que sin lugar a dudas podría marcar un antes y un después en mi afán por conocer puertos, conquistarlos y añadirlos a mi colección de puertos. 

Dicho esto, y en relación con la poca actividad que ha tenido mi blog en las últimas fechas, no creáis que es dejadez, desidia o cualquier adjetivo que se os ocurra, en absoluto, todo lo contrario más bien, el blog está muy vivo, pero sí que es verdad, que cosas que contar, tenía muy pocas por no decir ninguna, y escribir por escribir no soy partidario. Bien, como decía la escapa alpina estaba programada desde el día 6 de Agosto hasta el 12 del mismo mes, es decir, 7 días con 6 etapas de puertos. Un plan ambicioso pero factible. 

Por cuestiones de logística, quede con mis dos colegas, en que ellos se desplazarían hasta Villafranca del Campo en Teruel, donde yo estaba, para desde allí seguir juntos hasta Bourg-Saint-Maurice, nuestro primer alto en el camino. Así que, uno viniendo desde Madrid y el otro desde Cuenca, se plantaron allí a las 8 de la mañana, haciendo un esfuerzo en cuanto a un buen madrugón, pero habida cuenta que las primeras horas iba a conducir yo, podrían ir descansado. 

Pero como todo en esta vida, pocas veces, los planes salen al 100% de lo planeado. Yo desde 2-3 días antes del día de salida, mi cuerpo empezó a protestar, no me pasaba nada realmente en concreto, pero el malestar general, dolores de cabeza y agotamiento físico de continuo todo el día, estaban a la orden del día, y ya para culminarlo, la madrugada del día que nos íbamos, me pase buena parte de ella vomitando todo lo sólido y líquido que había comido el día anterior, que ya de por sí, fue realmente poco. Empezamos bien el viaje. Así que en esas condiciones, el día 6 a las 8 de la mañana Alfredo, Alberto y yo, comenzamos la aventura alpina. 

Como estaba previsto, el primer turno de coche lo haría yo, en principio mi idea era ir hasta por lo menos hasta la frontera conduciendo, pero después de 3 horas, a la altura de Barcelona, tuve que dejar el volante del coche a otro, porque simplemente no podía más, me dolía la cabeza horrores y necesitaba dormir. Algo se estaba cociendo. 

Hicimos un primer gran alto en el camino, en la estación de servicio previa a la frontera en la localidad de La Junquera, por lo visto, la gasolinera que más factura de España, donde allí, tanto españoles como extranjeros repostan gasolina antes de entrar en el país galo dado su precio en el país vecino. Mientras tanto, mis compañeros decidieron tomar algo, cosa que yo simplemente no podía, un poco de Aquarius por eso de estar hidratado y poco más. 

Después de este alto en el camino, ya tocaba ir hasta el final, así que de ahí hasta Bourg-Saint Maurice prácticamente de un tirón, admirando primero a lo lejos el Mont Ventoux y sabiendo que en una semana allí estaríamos, y poco después, admirando como poco a poco nos adentrábamos en el corazón de los Alpes hasta Bourg-Saint-Maurice. Bien, después de casi 12 horas de coche, llegamos a nuestro destino, el hotel Auberge-Du-Val Joli, que no estaba justamente en la misma población de Bourg-Saint-Maurice, sino que estaba en la subida del Col del Petite-Saint-Bernard, aproximadamente a un par de kilómetros del inicio de la subida. 

El hotel, estaba bastante decente y el restaurante tenia buena comida, de hecho, cenamos allí, y comimos los tres un primero, segundo y postre por 5 euros por persona. Cena, que yo apenas toque porque simplemente no me entraba nada en el estómago. Después un ligero paseo por los alrededores y de nuevo en la habitación, para preparar los trastos para día siguiente, la primera etapa donde el Col de L’Iseran y el Petite-Saint-Bernard nos esperaban al día siguiente. Yo por mi parte, no estaba bien, la cabeza me dolía horrores, el estómago lo tenía revuelto y además, estaba visitando a mi inseparable amigo roca más de lo que uno desearía en estas circunstancias. Ya me rondaba la idea en la cabeza, de que al día siguiente, quizá podría no salir si no mejoraba. 

A la mañana siguiente (7 de Agosto), el día amaneció lluvioso, no era una lluvia torrencial pero si una lluvia chisposa, que no paraba pero que al fin y al cabo, te acabas mojando. Se cumplían las previsiones del tiempo, que decían que ese día, tendríamos lluvia. 

Mis compañeros desayunaron copiosamente, mientras que yo apenas tome bocado, y después de una muy mala noche, tome la decisión, muy a mi pesar, que me quedaba en el hotel, metido en la cama por que no estaba en condiciones, vamos, que estaba enfermo. Una vez que mis colegas se fueron a por los dos colosos, por mi parte, tuve que tirar de seguro médico para localizar a un doctor, para que me diagnosticara que tenía y me recetara algo en consecuencia. 

En la puerta del hotel, mi carita lo dice todo.

Al final, tuve que ir a la estación de ski de Les Arcs (de infausto recuerdo para Induráin y todos los aficionados españoles que esperábamos el sexto tour ese año) a visitar al médico. Al menos pude subir ese puerto, pero en coche, así al menos, ya lo conozco y se cómo es para futuras escapadas. Ya en el medico, y entre un poco de español, francés e inglés, me diagnostico que tenía Gastroenteritis. Me receto unas pastillas que debería tomar una semana y que físicamente, iba a estar hecho un trapo unos cuantos días. Se me vino el mundo encima, por un momento pensé que iba a pasarme toda la semana de los Alpes en blanco. 

Ya había tenido que dejar de lado el Iseran y el Petite Saint Bernard, y ya estaba temiendo por todos los demás………………y lo reconozco, una buena llorada me pegue después, ya que había entrenado un montón de puertos, me encontraba bien, con ganas, ilusión, motivado y te pasas todo el año hecho un roble, para que en los días más esperados, te espera el mazazo a la vuelta de la esquina. Un golpe duro. 

Ya de vuelta en Bourg-Saint-Maurice, después de volver de Les Arcs y con la receta médica bajo el brazo, tocaba encontrar una farmacia, cosa que no fue difícil, y al menos aproveche para darme un paseo tranquilo por esta localidad, que tiene absolutamente de todo para deportes de invierno y verano, y aproveche para comprar un mapa de los Alpes en relieve, algo que llevaba buscando algún tiempo. 

De nuevo en el hotel, me dispuse a ir preparando los bártulos para cuando llegaran Alberto y Alfredo, salir pitando hacia Suiza. De hecho, cuando estaba allí, aparecieron por el hotel a cambiarse de ropa después de haber hecho el Iseran, dado que les había caído agua a no parar y estaban algo helados y muy mojados. Para después ir a por el Petite-Saint-Bernard. 

Así que mientras yo esperaba sentado a la puerta del hotel, ellos estaban haciendo puertos. Yupiiiii. 

Y eso en mi fuero interno me sentó muy mal, estaba muy dolido, pero no había más remedio. Así que mientras mis compañeros subían el Pettitte-Saint-Bernard yo cargaba el coche para cuando llegaran, salir pitando hacia Suiza. Una vez terminada la etapa por parte de mis compañeros, comenzamos el traslado hacia Suiza. 

Yo me encontraba mejor, así que me propuse a hacer todo el trayecto conduciendo. Este trayecto consistía en pasar por el Petite-Saint-Bernard, ya que no pude hacerlo en bici, al menos, vamos a hacerlo en coche. Después, y era un atractivo del viaje aunque sea por curiosidad, pasar por el Túnel del Mont Blanc, y la verdad, la experiencia fue un tanto decepcionante, ya que el túnel lo esperábamos mucho más espectacular, sin embargo, era un túnel muy simple aunque eso sí, con unas medidas de seguridad espectaculares y un precio carísimo. 

Un poquito de publicidad de El Coleccionista de Puertos.

Col del Petitte-Saint-Bernard

Monumento al fraile San Bernardo en la cima del puerto.

Después tocaba pasar por la localidad de Chamonix, que aunque la vimos entre nube y lluvia, era un sitio precioso. Estábamos en medio de los Alpes. Luego pasamos por el Col de la Forclaz, para entrar definitivamente a Suiza, donde nada más entrar, paramos a comprar la Vigenette, que es la tarjeta para poder conducir en Suiza por autopistas, para desde ahí, pasando por Martigny todo recto hasta Hospental.

 
El paisaje a pesar de la lluvia, era espectacular.

Atravesando los Alpes de punta a punta.

Eso sí, pasando primero por el puerto de Furka. Este puerto, programado para el día siguiente, es simplemente espectacular, curvas en forma de Z, en medio de los Alpes Suizos, es una imagen que vale el viaje. Además, en ese tramo, se dio la casualidad que se rodó la película Goldfinger de James Bond. 

Después, casi en la cima del Furka, vimos el descenso del Grimsell, que nos puso a todos la boca llena de agua, una bajada de 5 kms con constantes curvas en Z y con una pinta espectacular, con un poco de suerte, al día siguiente bajaríamos y subiríamos por el mismo sitio. Simplemente lo que veíamos era espectacular. 

Ya en la cima del Furka, la noche se nos echaba encima, chispeaba un poco y los augurios para día siguiente pintaba mal. La bajada del Furka hasta Hospental fue tremendamente espectacular, un puerto bonito de verdad. Al llegar a Hospental, nos costó un rato encontrar el Hotel, que más bien era un albergue, la señora responsable del mismo ya estaba durmiendo y eran apenas las 8, aunque allí a esas horas, era noche cerrada y ni un alma por la calle. 

Luego cenamos en otro hotel, donde lo regentaba una cubana que nos atendió muy bien, pero lo que nos conto es que aquello era muy bonito, pero que los suizos eran literalmente unos muermos, que no había ningún tipo de distracción ni de diversión. 

Ya de nuevo en el hotel, caímos en un sueño profundo rápido, yo ya me encontraba mejor, y mi intención de los cuatro puertos programados para el día siguiente era al menos poder hacer el Furka y el San Gotardo, especialmente este último, ya que el empedrado de este puerto es un sueño que tengo en mente desde hace tiempo. 

Al irnos a la cama, la cosa se empezó a poner negra, ya que el cielo empezó a tronar muy fuerte, a llover a cantaros y a relampaguear toda la noche. El día siguiente estaba en peligro………………. 

El pueblo de Hospental, a pie del San Gotardo y el Furka.


Continuara....