Después de una noche en medio de varias
tormentas, de hecho, a eso de las 4 de la mañana de todo lo que tronaba me
desperté, amaneció un nuevo día en los Alpes. Ya era 8 de Agosto, para mí, el
día que más ganas le tenía a estos puertos, ya que esta etapa y estos puertos
los descubrí gracias al Blog de Claudi Montefusco, del cual soy lector habitual
y seguidor. Además, escribe artículos en la para mi, mejor revista de ciclismo
de España, la revista Pedalier, una poderosa herramienta de información y de
ponerte los dientes largos.
Como decir, ese día para mí era con mucho,
el que más me apetecía. Pedalear por Suiza, por unos puertos muy duros y poco
conocidos, a pesar de ser muy utilizados en la Vuelta a Suiza, simplemente me
motivaba. Y por encima de todo, el puerto del San Gotardo, del cual me enamoré
de él, en cuanto supe de su existencia, de esa vertiente desde Aireolo toda
empedrada, que le da un toque místico…………..en fin, cualquier cosa que diga, se
queda corta.
Pero como la noche pintaba mal, el día
pintaba peor. Yo tenía la esperanza que lloviendo toda la noche, el día nos iba
a respetar, pero nada de nada. Además, tenía la gastroenteritis del día anterior
y tampoco es que yo estuviera muy católico para meterme los cuatro puertos
previstos (Furka, Grimsell, Nufenen y San Gotardo), así que mientras
desayunábamos en el Albergue en medio de una serie de suizos un tanto callados y
en algún momento un poco mal educados, decidimos que en esas condiciones era
mejor hacer traslado de la tarde por la mañana, e ir a Italia, más concretamente
a Bormio, con más calma e iríamos haciendo turismo.
Dicho y hecho, con todo el dolor de
nuestro corazón, y dándonos cuenta ya con la luz del día, que estábamos en la
Suiza profunda y era realmente espectacular, cargamos bicis y bultos para salir
hacia Bormio. Este traslado tenía su miga, ya que tuvimos que atravesar tres
puertos en coche, el primero era el Oberallpass nada más salir de Andermatt que te proporciona una vista espectacular del valle suizo donde habíamos estado.
Panorámica del Valle de Andermatt.
Suiza ofrece unas vistas simplemente espectaculares.
Después de un rato, yendo por autopistas Suizas, empezamos a adentrarnos de
nuevo al corazón de los Alpes dirección Livigno (sin llegar a esta localidad),
pero atravesando primero el puerto de Fluelapass (aún en Suiza) y el Ofenpass que resulto toda una
sorpresa muy pero que muy agradable, un puerto muy a tener en cuenta para
coleccionar en viajes futuros y sobre el Pass Umbrail.
Este puerto, es un tanto desconocido para
la gran mayoría. Quizá muchos lo conozca de haber oído que para hacer el
Stelvio, hay que salir de Bormio subir este puerto y 3 kms antes de la cima,
desviarse a la izquierda dirección a Suiza, para rodearlo por detrás y acabar en
Prato Allo Stelvio, que es donde empieza la subida famosa del Stelvio. Pero el
Umbrail es mucho más que eso. Pero mucho mas.
Es un puerto durísimo y muy bonito, la
carretera apenas cabe un coche, está permanentemente entre arboles y tienes
constantes curvas de 180 grados, los famosos “tornantes”, y además, el ultimo
kilometro y medio para la cima, se despeja la arboleda y da paso a una carretera
sin asfaltar pero perfectamente practicable con bici de carretera y que parece,
están preparando para asfaltar, para llegar al Pass Umbrail, el paso de montaña
más alto de suiza, que te deja a un kilometro de la carretera del Stelvio, y
desde ahí, 3 kms hasta la cima del puerto mencionado.
Cruce en el Stelvio. A la izquierda hacia el Stelvio, a la derecha a Bormio.
De verdad, si hay un puerto que hemos
descubierto en este viaje y que pasa al primer lugar de los pendientes e
imprescindibles es este. Hay que subirlo si o si.
Una vez pasado este puerto, y ya en el
cruce del Stelvio, bajamos por esta vertiente hasta Bormio (después de casi 4
horas de coche), pues nada, según bajas empiezas a ver unos paisajes
impresionantes, unas panorámicas de los Alpes simplemente espectaculares y una
vista de la carretera que, a nosotros los ciclistas, se nos hace la boca agua.
Hay según bajas una panorámica de 10-12 “tornantes” que es simplemente
espectacular, y las rampas no tienen desperdicio. A cada poco parábamos para
hacer alguna foto y mientras tanto pensábamos, que pasado mañana por ahí
teníamos que subir, y eso sin ver la otra vertiente aun, que esa, si que fue
impactante.
Panorámica de los "tornantes" por el lado fácil.
Todas las curvas nombradas y numeradas
Otra panorámica de las curvas de subida por la vertiente de Bormio.
La entrada y salida de una de las curvas de herradura.
Llegamos a Bormio a nuestro hotel, el
Hotel Nazionale, y lo recomiendo encarecidamente. Está en el mismo medio de
Bormio, donde arranca además el puerto del Stelvio, te dejan meter las bicis en
la habitación, para que tu “querida” duerma contigo, el buffet de desayuno esta
estupendo y tiene parking privado.Ademas, la relación calidad-precio es
perfecta.
Según llegamos a Bormio y descargar el
coche, para instalarnos en el hotel, donde estaríamos dos días, nos dimos un
paseo por el centro, aprovechando para comer algo y tomar un helado, pero poco
después, a Alberto se le ocurrió una idea, una estupenda idea. Salir a soltar
patas, ya que al día siguiente nos esperaba Mortirolo, Tonale y Gavia. Así que
con apenas una hora y poco de luz por delante, nos pusimos el traje de luces y
allá que salimos a rodar, pero en vez de rodar, lo que hicimos fue subir.
Destino : Bormio 2000.
Mis dos compañeros de aventura : Alberto y Alfredo con Bormio al fondo.
En la subida a Bormio 2000.
Este es otro puerto, relativamente
frecuente del Giro, ya que ha sido final de etapa en alguna ocasión, es un
puerto no muy duro, con sus clásicos “tornates” de 180 grados y que subimos unos
7 kms, no pudimos llegar arriba del todo, ya que la noche se nos echaba encima,
así que media vuelta cuando nos faltaban apenas 3-4 kms para arriba. Yo ya me
notaba que las piernas no iban, que estaba vacío, y aunque estaba muchísimo
mejor comparándolo con los días anteriores, era evidente que no iba. Tenía la
esperanza que con cenar bien, dormir bien y desayunar bien podría
recuperar……….pero el tiempo me demostró que “nasti de plasti”.
Ya en el hotel, a cambiarse rapidito y
otro paseo por Bormio, para cenar y a dormir, después de darle un repaso a las
bicis y dejarlas a punto para el día siguiente.
Al día siguiente, amaneció igual que el
día anterior : lloviendo. Era ya 9 de Agosto y estábamos a la mitad del viaje.
Después de un abundante desayuno y sin llover, le echamos un par, nos pusimos el
chubasquero y allá que salimos dirección Mazzo di Valtellina para subir el
Mortirolo y luego el Gavia, aunque lloviera. Aunque eso sí, allí nos dijeron,
que si abajo del Gavia llueve, arriba nieva en un 90% de las veces.
Pero bueno, salimos de Bormio bajo un gran
aguacero dirección Mazzo di Valtellina, pero ojo, para llegar a esta localidad,
tiene su truco. Hay una carretera llena de túneles que te saca de Bormio en un
plis, carretera que cogimos al día siguiente, y a su vez, hay otra carretera,
que te da la impresión que está abandonada a su suerte, que es por la que hay
que ir. Tienes prácticamente dos carriles para ti solo, durante un rato, con sus
buenos repechacos para que entres en calor, y en nuestro caso lo necesitábamos,
ya que según íbamos bajando, porque es todo bajada hasta Mazzo di Valtellina,
aquello no era lluvia, era el diluvio universal, pero ocurrió el milagro, al
poco rato, dejo de llover y ya no cayo ni una gota en todo día ni en todo el
resto del viaje. Se cerró el grifo.
Como decía, hasta Mazzo di Valtellina es
todo bajada, para allí coger el Mortirolo, pero ojo a navegantes, hay otra
vertiente para subir el Mortirolo, que es común los 3 kms finales, más suave que
la subida famosa pero tb muy dura que sale desde Grossio y por poco nos
equivocamos. Pero seguimos el instinto y seguimos hasta Mazzo di Valtellina,
donde después de preguntar a una señora con un chapurreo entre italiano y
español, encontramos el inicio del puerto.
Ay,ay,ay............que viene el Mortirolo.
Al inicio del puerto te lo dice muy claro : te vas a enterar.
Este puerto a mí a priori era de todos los
programados el que más respeto me imponía, de hecho, el piñón del 29 en este
puerto iba a echar humo. Después de despojarnos de ropa, empezamos a subir, cada
uno a su ritmo y yo además, con la precaución y preocupación de cómo me iba a
responder el cuerpo. El puerto es muy duro, tienes kilómetros enteros al 10% de
media y además, con los “tornates” que le meten un poco más en las curvas. Pero
la verdad, no es tan fiero el león como lo pintan. Duro : si, pero tampoco es
para tanto.
Homenaje a Marco Pantani en el Mortirolo.
Porcentaje 'suave' en la subida al Mortirolo.
La subida es preciosa, es prácticamente
toda la subida entre praderas y toda la subida está salpicada de casas que son
de cuento, ya a cuando has pasado lo peor del puerto te encuentras el Homenaje a
Pantani en una curva, donde me pare a echar un par de fotos, nunca se sabe
cuando voy a volver a pasar por ahí, y poco después continúe con el ascenso del
puerto, y que cuando me quedaban apenas 1 km para la cima que era muy suave en
comparación con todo lo anterior, me encontré con mis compañeros Alfredo y
Alberto que bajaron a buscarme.
En la cima del puerto, la foto de rigor,
abrigarse bien y poder decir, que es duro pero tampoco es para tanto, aunque ya
tenemos nuestra foto en el cartel.
Foto en el cartel del puerto, otro coloso a la colección.
Mis dos compañeros Alfredo y Alberto.
La subida por la otra vertiente nos dijo
que tampoco estaba mal esta vertiente, de hecho, parece que hay 2-3 vertientes
por este lado, nosotros buscamos la que nos dejaba en la localidad de Incudine para desde ahí, girar a la izquierda y dirigirnos a Ponte Di Legno donde
sale el puerto del Gavia y el Tonale. Mientras tanto, esos 15 kms de transición
ya iba con el gancho, y por más que comía, la luz de reserva se me encendió. De
hecho, me descolgué de mis compañeros al decirles que pasaba de subir el Tonale,
cosa que me dolió en el alma, y que tiraba directo al Gavia, que visto lo visto,
me cogerían en la subida.
Y no tenia ni idea de lo que se me venia
encima. Cuando uno oye hablar o lee cosas del Gavia, inmediatamente la mayoría
pensamos en la etapa del Giro del 88, aquella etapa dantesca de la nieve, donde
probablemente, se pudo ver la etapa mas dura del ciclismo actual.
Cuando empece a subirlo, la carretera los
primeros kms era perfecta, buen asfalto y de dos carriles. Además, al poco de empezar aparece Alfredo, y me comenta
que tampoco se ve con fuerzas para subir el Tonale, y que también se viene
directo al Gavia, mientras que Alberto sí que iba hasta allí. Mientras tanto, en
la subida no hacía mucho frío aunque en la cima se veía un nubarrón
amenazante. Como he comentado, mientras mis compañeros tiraban para el Tonale,
yo iba hacia el Gavia. Nada mas empezar, encontré una fuente donde pare a
repostar los dos bidones. En estos casos, el dicho, mejor que sobre que no
falte. Y reanude la marcha.
Como decía, los primeros kms son de buen
asfalto y buen ancho, pero de repente en medio de una recta, en medio de un
bosque todo cambia radicalmente. Se para a un asfalto donde apenas cabe un
coche, el asfalta muy rugoso, maltratado en muchos tramos, una zona bastante
oscura y llena de hojas de pino por el suelo, y si además, le metes un porcentaje
del 11% todo el rato…………..imaginaros el sacrificio. Estaba subiendo un puerto
mítico de verdad, donde se han escrito paginas de leyenda y donde yo iba a
escribir la mía.
Un puerto eterno si vas justo de fuerzas.
Carretera estrecha en toda la subida
Mi carita lo dice todo de como iba : mal, pero a pesar de ello, las vistas son impresionantes.
Este tramo se me hizo larguísimo, ahora
mismo no recuerdo si eran 4, 5, o 7 kilómetros, solo se que al salir de aquel
bosque el porcentaje seguía siendo el mismo, el ancho de la carretera seguía
siendo igual y el destrozo de la carretera seguía estando presente. Solo
cambiaba una cosa, apenas se veían coches, y los que se veían durante unos
momentos tienen que ir detrás de ti por que no ha sitio para dejarle pasar hasta
que encuentras un hueco y se lo indicas con la mano.
Sufriendo en el Gavia.
Pero ahí no acaba la cosa, a falta de 4
kms para la cima te encuentras con un túnel (del cual , ya estábamos sobre aviso
y llevábamos luces traseras al efecto) de casi un kilometro al 10% de media,
totalmente a oscuras. Y cuando digo totalmente a oscuras, que no ves ni el
suelo. Solo al fondo la salida del túnel y es lo que tienes que fijarte para no
perder la perspectiva. Y otra cosa, si ya de por
sí, fuera hacia frío ya que según vas tomando altura la temperatura bajada, ahí
dentro te baja 5-6 grados de golpe ya que estas en medio de la
montaña.
Una vez salido del
túnel, tienes ante ti los 3 kms finales, donde ves prácticamente la totalidad de
la subida hasta el final, pero donde no ves el hospicio que hay arriba. Poco a
poco, conseguí subir, no sin mucho sufrimiento hasta arriba del todo y después
de casi 2 horas y media de subida, pude llegar arriba. Donde mi compañero
Alfredo estaba tomándose una coca cola al calor de una estufa y charlando con un
italiano que había por allí.
Otro coloso para la colección y se hizo duro de pelar.
Este hospicio, al
igual que el del Tourmalet, para que os hagáis una composición mental, está
llena de fotos, recuerdos, objetos del giro de Italia, algunos realmente
alucinantes, y por supuesto, carísimo. Pero con el frio que hacia fuera y con lo
tocado que llegue arriba, el par de Aquarius a casi 3 euros cada uno, entraron
de maravilla al calor del fogón de la estufa, donde pusimos a secar hasta los
calcetines.
Después de un rato
charlando con Alfredo y empezando a preocuparnos por Alberto dada su tardanza,
este hizo acto de presencia y como nos dijo, lo paso mal en los últimos
kilómetros desde el túnel. En definitiva, para mí, es el puerto más duro que he
subido, ya que no solo tiene altitud (2.621 metros); sino también longitud
(18 kms) y un porcentaje medio brutal.
Luego tocaba bajar
y como siempre, en el pensamiento el lema de “nada que perder, mucho que ganar”,
si que te anima un poco, y más la primera parte del puerto, que es muy técnica
donde una bici puede ir bastante más rápida que un coche. Después de un descenso
vertiginoso, llegamos a Bormio y al hotel, donde nada más bajarme de la burra
tuve el susto del día, ya que el tornillo que sujetaba mi tija del sillín al
cuadro se había aflojado y dicha tija con el sillín estaba a punto de salirse.
Debió ser al cruzar la localidad de Valfurva en el descenso, que tiene
cerca de 1 kilometro de pave. Pero después del susto y volver a ponerlo bien, el
susto desapareció.
En el descenso, foto en el homenaje a la victimas italianas de la I Guerra Mundial.
Vista de la carretera por la que bajamos, tenia su miga...
Acto seguido, ya en
la habitación del hotel, tocaba descansar un rato antes de ir a cenar y darse un
paseo, para al día siguiente, afrontar el Stelvio por sus dos
vertientes.
Unos pocos días antes, Alberto Contador estuvo allí en una marcha.
Continuará……
2 comentarios:
Estas cronicas me recuerdan algunos episodios que me ocurrieron en Pirineos y Picos de Europa, en mi época de montañero, en las que nos ocurría de todo por esos montes de Dios
J.Domingo
Hola Domi :
La verdad es que montar en bici, es toda una aventura. Cualquier dia de estos me da por irme a patear al monte......
Salu2 y gracias por tu comentario.
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