lunes, 23 de septiembre de 2013

Capitulo 2. Escapada a los Alpes

Después de una noche en medio de varias tormentas, de hecho, a eso de las 4 de la mañana de todo lo que tronaba me desperté, amaneció un nuevo día en los Alpes. Ya era 8 de Agosto, para mí, el día que más ganas le tenía a estos puertos, ya que esta etapa y estos puertos los descubrí gracias al Blog de Claudi Montefusco, del cual soy lector habitual y seguidor. Además, escribe artículos en la para mi, mejor revista de ciclismo de España, la revista Pedalier, una poderosa herramienta de información y de ponerte los dientes largos.

Como decir, ese día para mí era con mucho, el que más me apetecía. Pedalear por Suiza, por unos puertos muy duros y poco conocidos, a pesar de ser muy utilizados en la Vuelta a Suiza, simplemente me motivaba. Y por encima de todo, el puerto del San Gotardo, del cual me enamoré de él, en cuanto supe de su existencia, de esa vertiente desde Aireolo toda empedrada, que le da un toque místico…………..en fin, cualquier cosa que diga, se queda corta.

Pero como la noche pintaba mal, el día pintaba peor. Yo tenía la esperanza que lloviendo toda la noche, el día nos iba a respetar, pero nada de nada. Además, tenía la gastroenteritis del día anterior y tampoco es que yo estuviera muy católico para meterme los cuatro puertos previstos (Furka, Grimsell, Nufenen y San Gotardo), así que mientras desayunábamos en el Albergue en medio de una serie de suizos un tanto callados y en algún momento un poco mal educados, decidimos que en esas condiciones era mejor hacer traslado de la tarde por la mañana, e ir a Italia, más concretamente a Bormio, con más calma e iríamos haciendo turismo.

Dicho y hecho, con todo el dolor de nuestro corazón, y dándonos cuenta ya con la luz del día, que estábamos en la Suiza profunda y era realmente espectacular, cargamos bicis y bultos para salir hacia Bormio. Este traslado tenía su miga, ya que tuvimos que atravesar tres puertos en coche, el primero era el Oberallpass nada más salir de Andermatt que te proporciona una vista espectacular del valle suizo donde habíamos estado.

Panorámica del Valle de Andermatt.

Suiza ofrece unas vistas simplemente espectaculares.


Después de un rato, yendo por autopistas Suizas, empezamos a adentrarnos de nuevo al corazón de los Alpes dirección Livigno (sin llegar a esta localidad), pero atravesando primero el puerto de Fluelapass (aún en Suiza) y el Ofenpass que resulto toda una sorpresa muy pero que muy agradable, un puerto muy a tener en cuenta para coleccionar en viajes futuros y sobre el Pass Umbrail.

Este puerto, es un tanto desconocido para la gran mayoría. Quizá muchos lo conozca de haber oído que para hacer el Stelvio, hay que salir de Bormio subir este puerto y 3 kms antes de la cima, desviarse a la izquierda dirección a Suiza, para rodearlo por detrás y acabar en Prato Allo Stelvio, que es donde empieza la subida famosa del Stelvio. Pero el Umbrail es mucho más que eso. Pero mucho mas.

Es un puerto durísimo y muy bonito, la carretera apenas cabe un coche, está permanentemente entre arboles y tienes constantes curvas de 180 grados, los famosos “tornantes”, y además, el ultimo kilometro y medio para la cima, se despeja la arboleda y da paso a una carretera sin asfaltar pero perfectamente practicable con bici de carretera y que parece, están preparando para asfaltar, para llegar al Pass Umbrail, el paso de montaña más alto de suiza, que te deja a un kilometro de la carretera del Stelvio, y desde ahí, 3 kms hasta la cima del puerto mencionado.

Cruce en el Stelvio. A la izquierda hacia el Stelvio, a la derecha a Bormio.

De verdad, si hay un puerto que hemos descubierto en este viaje y que pasa al primer lugar de los pendientes e imprescindibles es este. Hay que subirlo si o si.

Una vez pasado este puerto, y ya en el cruce del Stelvio, bajamos por esta vertiente hasta Bormio (después de casi 4 horas de coche), pues nada, según bajas empiezas a ver unos paisajes impresionantes, unas panorámicas de los Alpes simplemente espectaculares y una vista de la carretera que, a nosotros los ciclistas, se nos hace la boca agua. Hay según bajas una panorámica de 10-12 “tornantes” que es simplemente espectacular, y las rampas no tienen desperdicio. A cada poco parábamos para hacer alguna foto y mientras tanto pensábamos, que pasado mañana por ahí teníamos que subir, y eso sin ver la otra vertiente aun, que esa, si que fue impactante.

Panorámica de los "tornantes" por el lado fácil.


Todas las curvas nombradas y numeradas


Otra panorámica de las curvas de subida por la vertiente de Bormio.

La entrada y salida de una de las curvas de herradura.


Llegamos a Bormio a nuestro hotel, el Hotel Nazionale, y lo recomiendo encarecidamente. Está en el mismo medio de Bormio, donde arranca además el puerto del Stelvio, te dejan meter las bicis en la habitación, para que tu “querida” duerma contigo, el buffet de desayuno esta estupendo y tiene parking privado.Ademas, la relación calidad-precio es perfecta.

Según llegamos a Bormio y descargar el coche, para instalarnos en el hotel, donde estaríamos dos días, nos dimos un paseo por el centro, aprovechando para comer algo y tomar un helado, pero poco después, a Alberto se le ocurrió una idea, una estupenda idea. Salir a soltar patas, ya que al día siguiente nos esperaba Mortirolo, Tonale y Gavia. Así que con apenas una hora y poco de luz por delante, nos pusimos el traje de luces y allá que salimos a rodar, pero en vez de rodar, lo que hicimos fue subir. Destino : Bormio 2000.

Mis dos compañeros de aventura : Alberto y Alfredo con Bormio al fondo.

En la subida a Bormio 2000.

Este es otro puerto, relativamente frecuente del Giro, ya que ha sido final de etapa en alguna ocasión, es un puerto no muy duro, con sus clásicos “tornates” de 180 grados y que subimos unos 7 kms, no pudimos llegar arriba del todo, ya que la noche se nos echaba encima, así que media vuelta cuando nos faltaban apenas 3-4 kms para arriba. Yo ya me notaba que las piernas no iban, que estaba vacío, y aunque estaba muchísimo mejor comparándolo con los días anteriores, era evidente que no iba. Tenía la esperanza que con cenar bien, dormir bien y desayunar bien podría recuperar……….pero el tiempo me demostró que “nasti de plasti”.

Ya en el hotel, a cambiarse rapidito y otro paseo por Bormio, para cenar y a dormir, después de darle un repaso a las bicis y dejarlas a punto para el día siguiente.

Al día siguiente, amaneció igual que el día anterior : lloviendo. Era ya 9 de Agosto y estábamos a la mitad del viaje. Después de un abundante desayuno y sin llover, le echamos un par, nos pusimos el chubasquero y allá que salimos dirección Mazzo di Valtellina para subir el Mortirolo y luego el Gavia, aunque lloviera. Aunque eso sí, allí nos dijeron, que si abajo del Gavia llueve, arriba nieva en un 90% de las veces.

Pero bueno, salimos de Bormio bajo un gran aguacero dirección Mazzo di Valtellina, pero ojo, para llegar a esta localidad, tiene su truco. Hay una carretera llena de túneles que te saca de Bormio en un plis, carretera que cogimos al día siguiente, y a su vez, hay otra carretera, que te da la impresión que está abandonada a su suerte, que es por la que hay que ir. Tienes prácticamente dos carriles para ti solo, durante un rato, con sus buenos repechacos para que entres en calor, y en nuestro caso lo necesitábamos, ya que según íbamos bajando, porque es todo bajada hasta Mazzo di Valtellina, aquello no era lluvia, era el diluvio universal, pero ocurrió el milagro, al poco rato, dejo de llover y ya no cayo ni una gota en todo día ni en todo el resto del viaje. Se cerró el grifo.

Como decía, hasta Mazzo di Valtellina es todo bajada, para allí coger el Mortirolo, pero ojo a navegantes, hay otra vertiente para subir el Mortirolo, que es común los 3 kms finales, más suave que la subida famosa pero tb muy dura que sale desde Grossio y por poco nos equivocamos. Pero seguimos el instinto y seguimos hasta Mazzo di Valtellina, donde después de preguntar a una señora con un chapurreo entre italiano y español, encontramos el inicio del puerto.

Ay,ay,ay............que viene el Mortirolo.

Al inicio del puerto te lo dice muy claro : te vas a enterar.

Este puerto a mí a priori era de todos los programados el que más respeto me imponía, de hecho, el piñón del 29 en este puerto iba a echar humo. Después de despojarnos de ropa, empezamos a subir, cada uno a su ritmo y yo además, con la precaución y preocupación de cómo me iba a responder el cuerpo. El puerto es muy duro, tienes kilómetros enteros al 10% de media y además, con los “tornates” que le meten un poco más en las curvas. Pero la verdad, no es tan fiero el león como lo pintan. Duro : si, pero tampoco es para tanto.

Homenaje a Marco Pantani en el Mortirolo.

Porcentaje 'suave' en la subida al Mortirolo.

La subida es preciosa, es prácticamente toda la subida entre praderas y toda la subida está salpicada de casas que son de cuento, ya a cuando has pasado lo peor del puerto te encuentras el Homenaje a Pantani en una curva, donde me pare a echar un par de fotos, nunca se sabe cuando voy a volver a pasar por ahí, y poco después continúe con el ascenso del puerto, y que cuando me quedaban apenas 1 km para la cima que era muy suave en comparación con todo lo anterior, me encontré con mis compañeros Alfredo y Alberto que bajaron a buscarme.

En la cima del puerto, la foto de rigor, abrigarse bien y poder decir, que es duro pero tampoco es para tanto, aunque ya tenemos nuestra foto en el cartel.

Foto en el cartel del puerto, otro coloso a la colección.

Mis dos compañeros Alfredo y Alberto.

La subida por la otra vertiente nos dijo que tampoco estaba mal esta vertiente, de hecho, parece que hay 2-3 vertientes por este lado, nosotros buscamos la que nos dejaba en la localidad de Incudine para desde ahí, girar a la izquierda y dirigirnos a Ponte Di Legno donde sale el puerto del Gavia y el Tonale. Mientras tanto, esos 15 kms de transición ya iba con el gancho, y por más que comía, la luz de reserva se me encendió. De hecho, me descolgué de mis compañeros al decirles que pasaba de subir el Tonale, cosa que me dolió en el alma, y que tiraba directo al Gavia, que visto lo visto, me cogerían en la subida.

Y no tenia ni idea de lo que se me venia encima. Cuando uno oye hablar o lee cosas del Gavia, inmediatamente la mayoría pensamos en la etapa del Giro del 88, aquella etapa dantesca de la nieve, donde probablemente, se pudo ver la etapa mas dura del ciclismo actual.

Cuando empece a subirlo, la carretera los primeros kms era perfecta, buen asfalto y de dos carriles. Además, al poco de empezar aparece Alfredo, y me comenta que tampoco se ve con fuerzas para subir el Tonale, y que también se viene directo al Gavia, mientras que Alberto sí que iba hasta allí. Mientras tanto, en la subida no hacía mucho frío aunque en la cima se veía un nubarrón amenazante. Como he comentado, mientras mis compañeros tiraban para el Tonale, yo iba hacia el Gavia. Nada mas empezar, encontré una fuente donde pare a repostar los dos bidones. En estos casos, el dicho, mejor que sobre que no falte. Y reanude la marcha.

Como decía, los primeros kms son de buen asfalto y buen ancho, pero de repente en medio de una recta, en medio de un bosque todo cambia radicalmente. Se para a un asfalto donde apenas cabe un coche, el asfalta muy rugoso, maltratado en muchos tramos, una zona bastante oscura y llena de hojas de pino por el suelo, y si además, le metes un porcentaje del 11% todo el rato…………..imaginaros el sacrificio. Estaba subiendo un puerto mítico de verdad, donde se han escrito paginas de leyenda y donde yo iba a escribir la mía.


Un puerto eterno si vas justo de fuerzas.

Carretera estrecha en toda la subida

Mi carita lo dice todo de como iba : mal, pero a pesar de ello, las vistas son impresionantes.

Este tramo se me hizo larguísimo, ahora mismo no recuerdo si eran 4, 5, o 7 kilómetros, solo se que al salir de aquel bosque el porcentaje seguía siendo el mismo, el ancho de la carretera seguía siendo igual y el destrozo de la carretera seguía estando presente. Solo cambiaba una cosa, apenas se veían coches, y los que se veían durante unos momentos tienen que ir detrás de ti por que no ha sitio para dejarle pasar hasta que encuentras un hueco y se lo indicas con la mano.

Sufriendo en el Gavia.

Pero ahí no acaba la cosa, a falta de 4 kms para la cima te encuentras con un túnel (del cual , ya estábamos sobre aviso y llevábamos luces traseras al efecto) de casi un kilometro al 10% de media, totalmente a oscuras. Y cuando digo totalmente a oscuras, que no ves ni el suelo. Solo al fondo la salida del túnel y es lo que tienes que fijarte para no perder la perspectiva. Y otra cosa, si ya de por sí, fuera hacia frío ya que según vas tomando altura la temperatura bajada, ahí dentro te baja 5-6 grados de golpe ya que estas en medio de la montaña.

Una vez salido del túnel, tienes ante ti los 3 kms finales, donde ves prácticamente la totalidad de la subida hasta el final, pero donde no ves el hospicio que hay arriba. Poco a poco, conseguí subir, no sin mucho sufrimiento hasta arriba del todo y después de casi 2 horas y media de subida, pude llegar arriba. Donde mi compañero Alfredo estaba tomándose una coca cola al calor de una estufa y charlando con un italiano que había por allí.

Otro coloso para la colección y se hizo duro de pelar.

Este hospicio, al igual que el del Tourmalet, para que os hagáis una composición mental, está llena de fotos, recuerdos, objetos del giro de Italia, algunos realmente alucinantes, y por supuesto, carísimo. Pero con el frio que hacia fuera y con lo tocado que llegue arriba, el par de Aquarius a casi 3 euros cada uno, entraron de maravilla al calor del fogón de la estufa, donde pusimos a secar hasta los calcetines.

Después de un rato charlando con Alfredo y empezando a preocuparnos por Alberto dada su tardanza, este hizo acto de presencia y como nos dijo, lo paso mal en los últimos kilómetros desde el túnel. En definitiva, para mí, es el puerto más duro que he subido, ya que no solo tiene altitud (2.621 metros); sino también longitud (18 kms) y un porcentaje medio brutal.

Luego tocaba bajar y como siempre, en el pensamiento el lema de “nada que perder, mucho que ganar”, si que te anima un poco, y más la primera parte del puerto, que es muy técnica donde una bici puede ir bastante más rápida que un coche. Después de un descenso vertiginoso, llegamos a Bormio y al hotel, donde nada más bajarme de la burra tuve el susto del día, ya que el tornillo que sujetaba mi tija del sillín al cuadro se había aflojado y dicha tija con el sillín estaba a punto de salirse. Debió ser al cruzar la localidad de Valfurva en el descenso, que tiene cerca de 1 kilometro de pave. Pero después del susto y volver a ponerlo bien, el susto desapareció.

 
En el descenso, foto en el homenaje a la victimas italianas de la I Guerra Mundial.

Vista de la carretera por la que bajamos, tenia su miga...

Acto seguido, ya en la habitación del hotel, tocaba descansar un rato antes de ir a cenar y darse un paseo, para al día siguiente, afrontar el Stelvio por sus dos vertientes.

Unos pocos días antes, Alberto Contador estuvo allí en una marcha.


Continuará……

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estas cronicas me recuerdan algunos episodios que me ocurrieron en Pirineos y Picos de Europa, en mi época de montañero, en las que nos ocurría de todo por esos montes de Dios
J.Domingo

SMM dijo...

Hola Domi :

La verdad es que montar en bici, es toda una aventura. Cualquier dia de estos me da por irme a patear al monte......

Salu2 y gracias por tu comentario.