Menudo día amaneció en Bedoin, al igual
que los dos días anteriores, con un solazo espectacular y ni una sola nube en el
horizonte. Eso hizo que me levantara con muchas ganas, sin duda, el mejor día en
cuanto a sensaciones físicas de toda la semana alpina. Después de un desayuno
magnifico en el hotel en el que estábamos, que dicho sea de paso, estaba justo
en la carretera de ascensión al Mont Ventoux, nos preparamos para hacer la
última subida que prometía y mucho.
La subida famosa de este puerto, la que se
sube en el Tour de Francia es la que sale desde la localidad de Bedoin. Nuestro
hotel, estaba a casi 4 kms de este pueblo, por lo que para salir tuvimos primero
que descender esos 4 kms para luego, desde Bedoin hacer la subida como Dios
manda. Además, en la salida de este pueblo, hay un sitio bien marcado, donde se
indica desde donde tienes que cronometrarte en la subida para saber tu tiempo.
Sinceramente, ni me acuerdo del tiempo que tardé, iba allí a subir y
disfrutar.
Los tres que fuimos a esta aventura
alpina, nos tomamos este descenso con calma, mientras dicho sea de paso, veíamos
muchísima gente subiendo de toda clase y condición. Ciclistas que parecían
auténticos profesionales con bicicletones espectacular, gente con bici de
montana y mochila…………toda clase de ciclista que uno se pueda imaginar, lo que le
daba un aire muy especial.
Cuando llegamos a Bedoin, tanto Alfredo
como Alberto decidieron hacer un par de kilómetros más para calentar, yo
directamente llegue abajo y me di la vuelta, que ya me cogerían subiendo. Este
puerto la verdad es que aunque me decepciono un poco, porque me lo esperaba
mucho más duro, me encanto ya que los primeros kilómetros hasta llegar a la zona
boscosa, no es que fuera un paseo pero se podía ir a muy buen ritmo, cosa que a
mí por lo menos me viene fenomenal. Así que me puse a mi ritmo y para
arriba.
Me encontraba de lujo, iba a muy buen
ritmo, a mi rollo e iba pasando mucha gente, aunque sí que es verdad que ya que
venía de los precedentes anteriores iba también guardando cierto margen, ya que
no sabía cómo era la subida ni cómo iba a responder mi cuerpo.
Como decía los primeros kilómetros me
sentí fenomenal, iba relativamente rapidillo, así que cuando llegue a la zona
del bosque, la zona más dura de toda la ascensión que no baja prácticamente nada
del 10% tuve que bajar un poco el ritmo pero aun así me sentía muy bien, los
kilómetros iban cayendo y de momento ni rastro de mis dos compañeros y eso, para
que lo vamos a negar, me motivaba por que llegue un momento en que apreté para
que tardaran lo máximo posible en cogerme.
Dicho esto, cuando estaba a punto de salir
de la zona del bosque, Alberto me paso como una exhalación, ya que el tío sube
muy mucho. Iba sin lugar a dudas encendido y cronometrándose para ver que KOM
hacía de cara al Strava. Yo mientras tanto a mi ritmo, a la vez que no solo
veías ciclistas franceses……….allí había de todas las nacionalidades :
holandeses, ingleses, italianos, alemanes………..y muchos de ellos con el coche de
apoyo de la familia haciéndoles fotos. Vamos, que a alguna familia de todas las
veces que les vi, casi ya eran amigos………..
Una vez pasado el tramo del bosque, se
llega al Chalet Queyras, donde comienza la parte más famosa de esta ascensión,
donde de repente desaparece toda la vegetación y da paso a una montaña
totalmente blanca por el tipo de roca que hay allí arriba. Y la verdad es que es
tal cual. Es llegar a ese punto y como si hubieran trazado una raya
especificando que a partir de ahí vegetación cero y todas las rocas blancas.
Simplemente espectacular.
En el tramo final del Mont Ventoux.
Tramo final del Mont Ventoux.
Se da la circunstancia que además desde
ese punto, es cuando el viento empieza a soplar fuerte, o al menos es como todo
el mundo te lo describe y de ahí el por qué de su nombre : Ventoux. Pero la
verdad es que el día que subí yo, lo que se dice viento……ni gota. Quizá fue por
eso por lo que esos kilómetros finales, decidí darlo todo y llegue a subir
incluso con el 19 ya que el porcentaje bajaba mucho y se podía ir a un ritmo muy
majo. Y así hasta arriba del todo.
Apretando los dientes en los últimos kilómetros
Mientras tanto, mi otro compañero Alfredo,
me paso apenas a 3 kms del final, lo que denotaba que estaba haciendo una buena
ascensión. Dicho esto, ya en el kilometro final, el porcentaje volvía a crecer
pero ya había que darlo todo, no solo subí piñones, sino todo lo contrario :
quite un par de dientes a la vez que pasaba por delante del monumento a Tom
Simpson. Iba tan encendido que la curva y recta final, la que da acceso a la
antena meteorológica entre esprintando con todas mis ganas. El Mont Ventoux
estaba hecho.
Foto con el cartel del Mont Ventoux al fondo.
Otro puerto para la colección.
Ahora tocaba recrearse con las vistas
desde allí arriba, que eran simplemente espectaculares. El Mont Ventoux es una
enorme montaña en medio de la estepa, que un día tan claro como el que estábamos
teniendo se veían los Alpes y se veía el mar. Espectacular.
Rampa y curva final del puerto.
Con la torre meteorológica al fondo.
Tramo final del Mont Ventoux desde la cima.
Vista de los Alpes desde el Mont Ventoux.
Después de unos minutos allí arriba,
haciendo fotos y viendo todo, tocaba bajar y detenerse las veces que hiciera
falta a hacer fotos. En mi caso, estaba claro que me pararía en el monumento a
Tom Simpson, había que rendir pleitesía al corredor caído y dejar allí, al igual
que muchos otros, algún recuerdo. En mi caso, mi bidón de la marcha Alberto
Contador. Luego, todo para abajo en un descenso que se puede disfrutar como
pocos, carretera relativamente buena y a toda pastilla, aunque eso sí, sin
pasarse que no hay nada que ganar y si mucho que perder.
En el monumento a Tom Simpson
Rindiendo pleitesía a Tom Simpson.
Foto para el recuerdo.
Ya en el hotel, nos cambiamos rápidamente,
recoger los bartulo y carretera para casa, que aun nos quedaban 700 kilómetros
para llegar a nuestro destino, pero un error de interpretación del GPS casi nos
manda de nuevo a los Alpes, ya que nos íbamos en dirección contraria cuando
cogimos la autopista europea, será que el subconsciente
nos estaba traicionando.
Así que una vez subsanado el error, ya era
todo recto hasta España y Zaragoza, para llegar a Teruel, algo mas tarde de lo
previsto pero con ganas de ver ya a mi mujer y a mis hijos, los cuales me
recibieron con un montón de besos y abrazo, sin duda lo mejor del
viaje.
Ya una vez en casa toca descansar,
disfrutar de la familia, pasar unos días en la playa y no tocar la bici ni con
un palo, pero eso sí, teniendo presente que ha sido una gran experiencia, donde
he aprendido mucho, he compartido muy buenos momentos con mis compañeros de
viaje y aunque he disfrutado, sí que es cierto que por mis problemas físicos,
menos de lo esperado, así que ya tengo excusa para volver……………….yo solo o con El
Coleccionista de Puertos.
Hasta la próxima.
4 comentarios:
Muy entretenido como siempre
Eso si.!!! Que envidia!!!
Hola Luis :
Gracias por tu comentario. Si te animas ya sabes : el coleccionista de puertos del 2014. Lo estoy montando a tope.
Salu2
Deberías mostar la bonita foto subiendo el Mont Ventoux al Ayuntamiento de Tres Cantos para que vean la publicidad que haces de nuestro pueblo.
J.Domingo
Hola Domi :
Buena idea, seguramente lo haga.
Gracias.
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